Barranquilla, la cuarta ciudad de Colombia, sufre un aumento de la inseguridad y la violencia que se refleja en el crecimiento de los asesinatos y las extorsiones por los enfrentamientos entre bandas criminales que se disputan el negocio del narcotráfico.
Los casos de extorsión crecieron en lo que va del año un escandaloso 520 %, reveló el personero de Barranquilla, Miguel Ángel Alzate, durante la reunión de representantes del Ministerio Público realizada la semana pasada en esta ciudad, en donde han sido perpetradas siete masacres en menos de diez meses.
La más reciente ocurrió el pasado 29 de junio en Puerto Colombia, municipio que hace parte del área metropolitana, y dejó cuatro muertos que, según la Policía, eran integrantes del clan de Los Vega, dedicado al cobro de extorsiones y al sicariato en Barranquilla y otros sectores del departamento del Atlántico.
En los últimos días circularon videos en las redes sociales en los que encapuchados no solamente se atribuyen las masacres sino que advierten a la ciudadanía que seguirán con sus acciones, lo que causó miedo y zozobra entre la población y provocó una rápida reacción de la Policía para capturarlos.
“En pocas horas nuestros uniformados ubicaron a tres encapuchados que lanzaron amenazas, hay evidencia contundente para encarcelarlos. La orden es no ahorrar esfuerzos para llevar a los bandidos ante la justicia. En Barranquilla no conseguirán beneficios de paz con intimidaciones”, manifestó el alcalde de la ciudad, Jaime Pumarejo.
FEDERACIONES CRIMINALES
Para el experto en seguridad Arturo García, que lidera el Observatorio para la Violencia en el Atlántico y Barranquilla, lo que está ocurriendo en esta zona es un “concierto de federaciones criminales de las cuales unas están visibilizadas y otras no».
Esa situación se agrava porque las autoridades no tienen la capacidad de determinar el número de integrantes de estas organizaciones criminales.
“Durante la pandemia, en el departamento del Atlántico hubo un proceso de retoma de antiguos grupos ya sean de narcotraficantes o paramilitares y por eso muchos de quienes están al frente tienen raíces y ramificaciones en dichas estructuras”, explicó García.
El experto se refirió también al fenómeno del reclutamiento de adolescentes por parte de estas organizaciones a mediados de la pasada década y dijo que de ahí surgieron muchos de sus integrantes, que hoy son los responsables de acciones como extorsiones, sicariato y otros delitos.
“Este reclutamiento urbano es diferente al que se da en entornos rurales como Arauca o el noreste antioqueño, porque no es militar sino ideológico, lo que permitió que estas organizaciones crecieran ante la ineficacia del Estado que no pudo controlar pandillas juveniles, causa del crecimiento de estas estructuras criminales”, indicó García.
Ante el incremento de los índices de criminalidad por el enfrentamiento entre bandas, las autoridades aumentaron el número de policías en Barranquilla y pusieron en marcha estrategias para tratar de frenar la violencia.