President Donald Trump walks towards members of the media on the South Lawn of the White House in Washington, Wednesday, Aug. 7, 2019, before boarding Marine One for a short trip to Andrews Air Force Base, Md., and then on to Dayton, Ohio, and El Paso, Texas, in the afternoon to praise first responders and console family members and survivors from two recent mass shootings. (AP Photo/Andrew Harnik)
El estoicismo, la filosofía clásica de la resiliencia, la lógica y la virtud emocional, ha sido durante mucho tiempo una guía práctica para cualquiera que trate con un jefe orate. Séneca el Joven, el estadista romano del siglo I, la encontró útil para lidiar con el volátil emperador Nerón.
El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, también parece aplicarla. Tiene un mantra, una frase que usa a menudo en privado y ocasionalmente en público, que suena extraída de un manual estoico para una vida feliz: “Controla lo controlable”.
Durante un año, Powell ha sido el destinatario de abusos por parte del presidente Donald Trump, quien ha tachado a la Fed de “loca” y “la mayor amenaza” para la economía del país. Palabras del mismo hombre que lo puso en el puesto.
Powell disfrutó de cinco meses al timón del banco central tras reemplazar a Janet Yellen en febrero de 2018. Pero a medida que él y sus colegas aumentaron los costos de los préstamos, la ira del presidente escaló.
Trump lanzó su primer ataque en julio de 2018 y la embestida empeoró cuando la Fed siguió con cuatro alzas en las tasas a lo largo del año, la última en diciembre. Eso, junto con una tensa economía global, causó una caída temporal en los mercados financieros, inflamando más al presidente.
Fue entonces que Trump comenzó a indagar sobre su potestad para destituir al jefe de la Fed en discusiones reportadas por Bloomberg News el 21 de diciembre.
Cuando los asesores le informaron que no tenía la autoridad para despedir a Powell, en febrero el presidente pidió a los abogados de la Casa Blanca explorar la posibilidad de removerlo, una jugada cuestionable que podría llevar a una problemática batalla judicial. Así, Trump afirmó el 23 de junio que tiene el poder de degradar a Powell.
Antes, Trump había llenado tres vacantes de la Junta de Gobernadores de la Fed, compuesta por siete miembros, y elevó a Powell al cargo máximo, nombramientos que fueron bien recibidos.
Sin embargo, claramente decepcionado con su desempeño, emprendió un esfuerzo concertado para llenar dos vacantes adicionales con personas que seguirían su línea en el tema de las tasas de interés. De acuerdo con dos personas enteradas, a los candidatos entrevistados este año para el puesto de gobernador se les pregunta si apoyarían un recorte de tasas si hoy fueran parte de la Junta.
Según una fuente interna, el esfuerzo de Trump por controlar a la Fed ha asustado al personal más que sus despotriques públicos. Como mínimo, significaría la politización de reuniones a puerta cerrada del banco central sobre política monetaria. Y en el peor de los casos, podría significar una amenaza más fundamental para la institución.
Judy Shelton, exasesora económica de Trump y candidata a ocupar una de las dos vacantes de la Fed, representa esos temores. De la misma manera que las elecciones de Trump para dirigir la Agencia de Protección Ambiental y la Agencia de Protección Financiera del Consumidor han tratado de socavar la labor de esas agencias, Shelton podría traer un nivel de ruptura iconoclasta rara en la Reserva Federal.
Mientras tanto, ni el fin del incremento de las tasas le ha dado un respiro a Powell. En enero decidió no endurecer la política monetaria. Luego, en marzo, la Fed suspendió sus planes para elevar las tasas en 2019 ante los riesgos de una desaceleración mundial, derivados por la guerra comercial de Trump.
No es el primero
Trump no es el primer presidente de EU en presionar al titular de la Fed. En 1965 Lyndon Johnson increpó a William McChesney Martin en un encontronazo durante el cual lo empujó mientras gritaba: “Los chicos mueren en Vietnam y a Bill Martin no le importa”. Otro director de la Fed, Paul Volcker, reveló que en 1984 Ronald Reagan le ordenó, a través de su jefe de personal James Baker, no aumentar las tasas. Sin embargo, desde Bill Clinton, los presidentes de EU han dejado en paz a la Fed.