Guerrilla 1j4: ¿Alzamiento o inmolación?

Guerrilla 1j4: ¿Alzamiento o inmolación?

El distinguido historiador, amigo y colaborador de este suplemento cultural Areito, maestro Manuel Otilio Pérez, nos señaló algunas imprecisiones que aparecen contenidas en la infografía de la semana pasada sobre los guerrilleros del 14 de Junio, cuya fuente se sustenta en los datos consignados en el libro de Rafael Pérez Modesto, Vivencias de un guerrillero. Al respecto, el maestro Manuel O. Pérez indica que Gonzalo Pérez Cuevas (Chalo) no era de Neiba, sino de Villa Jaragua, provincia Bahoruco. De esa misma localidad era Raymundo Cuevas Sena, quien figuró como Barahonero. También nos corrigió el segundo apellido del guerrillero Arturo Mesa (Romero).

Tomando como base los elementos que se discuten en el documental cubano: Dos ríos; el enigma, sobre el apóstol de Cuba, José Martí, entendemos que Manolo Tavárez en Manaclas y las guerrillas del 1j4 a nivel nacional “no se lanzó a morir, se lanzó a pelear”. Siguiendo la visión de Raúl Pérez Peña, en este artículo sostenemos que se trató de un alzamiento consciente y con objetivos históricos claros, y no de un gesto suicida o un acto de locura como se ha llegado incluso a calificar. Ciertamente, en la historiografía dominicana y especialmente en el debate político se ha planteado la disyuntiva en relación con el sacrificio de los catorcistas en torno a si fue un simple acto de inmolación o un verdadero alzamiento.

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A los fines de responder dicha disyuntiva, se debe tener en cuenta, tal como lo narra Fidelio Despradel en el libro La Guerrilla que señaló un horizonte, que la decisión del alzamiento se tomó cuando “la mayoría de los miembros del comité central y de la dirección de la infraestructura militar, se reunieron en una granja de pollos de Tutú García Saleta, después que fueron superados los problemas logísticos presentado en los primeros días. Agrega Despradel, quien fuera el comandante del Frente Guerrillero Enrique Jiménez Moya, que esta “no fue solo la decisión del comité central. Toda la organización reaccionó de la misma forma en todo el país. No podía ser de otra forma. Como ya he anotado más arriba, durante más de tres años, el 14 de Junio había venido siendo educado en esta dirección”.

En ese sentido, se expresó Raúl Pérez Peña y un significativo grupo de catorcistas y constitucionalistas, quienes remitieron una carta al periódico HOY para refutar la obra de Piero Gleijeses titulada La esperanza desgarrada: “Nosotros agregamos el apoyo caluroso en los seis frentes a la decisión política de la sublevación armada. Durante varios días previos en Santiago, nos juntamos el grueso del frente de Las Manaclas y el de Altamira. Estábamos optimistas y conscientes de la misión que emprendíamos. Así lo confirman testimonios escritos, como la carta del héroe y mártir José -Ponono- Minaya”.

Relata Fidelio Despradel que el educador Adolfo Pérez Sánchez, del comité municipal de San Pedro de Macorís, entre muchos otros, viajaba casi diario a Santo Domingo para preguntar cuándo era que se iban a alzar”. Además del optimismo y la convicción, se encuentran aquellos que actuaron “convencidos de que la guerrilla tendría éxito”. En ese grupo se encontraba Polo Rodríguez, quien -según Piero Gleijeses- “no estaba dispuesto a aceptar la participación de extraños”, refiriéndose a otras fuerzas y partidos políticos. Agrega Gleijeses que “el triunfo de la acción guerrillera constituía una certidumbre para muchos duros, pero ¿cuándo llegaría la victoria? ¿Después de una larga lucha, como la de Fidel en la Sierra Maestra? Algunos lo creían así. Otros eran más optimistas”.

Retomando lo expuesto por el Dr. Emilio Cordero Michel en una entrevista ofrecida a Bolívar Reinoso titulada “Ningún movimiento armado aislado de las masas puede triunfar”, el comisario político del Frente guerrillero Enrique Jiménez Moya y miembro en aquellos momentos del Comité Central del 14 de Junio, sostuvo que: “Muchos compañeros fueron a esa guerrilla creyendo que era un paseo. Subir a las montañas y bajar a los pocos días triunfantes”. Tal vez, el testimonio más elocuente para dar cuenta de esa visión se encuentra en el análisis de Rafael “Pipe” Faxas, secretario general del 1j4 en el Distrito Nacional: “Posiblemente en toda la historia de América Latina haya pocos momentos revolucionarios como los actuales, que presentan todas las condiciones objetivas y subjetivas para poner en práctica todos los métodos de lucha en que participen todos los sectores del pueblo, tanto de la zona urbana como de la zona rural. En especial, la lucha armada, que no es otra cosa que la prolongación de la lucha política por otros medios”.

Agrega Pipe Faxas que “En un momento histórico-revolucionario nunca se dan todas las condiciones, en este, además de las condiciones objetivas: crisis política de la burguesía (que, dicho sea de paso, se acentúa cada hora más, previo a su desaparición). En lo que respecta a los aspectos subjetivos, debemos señalar que la única salida es la lucha armada, sin desestimar o cerrar el paso a cualquier otro método de lucha (lucha semi legal, huelga, resistencia cívica, etc.). Hasta ahora ante la represión, estos métodos son limitados, a excepción de la insurrección pues es el único método que incide en ese gigante dormido que es el campesinado, que hasta ahora ha estado ajeno de las luchas políticas. Posiblemente llevando nuestro análisis al extremo, dentro de las condiciones subjetivas, es posible que haya muchas debilidades en las organizaciones políticas y de masas para iniciar una lucha insurreccional. Pero en lo que respecta a nuestra organización, posiblemente en estos momentos no haya en América una organización política en nuestras condiciones para iniciar una lucha armada, tanto por el trabajo previo, como por la mística revolucionaria y el material humano que sobra”.

Bajo esos criterios se puede decir que actuó Manolo Tavárez, tal como lo indica el Dr. Roberto Cassá, en su biografía sobre el líder del 14 de Junio: “Tomada tal decisión, Tavárez Justo reafirmó su convicción de que el alzamiento guerrillero era pertinente, pues estaban creadas las condiciones por la existencia de un régimen ilegal e ilegítimo. Pidió a varios de sus amigos cercanos que lo acompañaran al frente guerrillero que él iba a comandar, sin mostrar la menor duda acerca de lo correcto del proceder. Esta actitud de último momento revela que tenía una visión ingenua de la lucha guerrillera, ponderada por él, de acuerdo con Manuel García Saleta, como un “paseo militar”. Esto valida la versión de que Tavárez Justo evaluó despectivamente los reparos que el Partido Socialista Popular (comunista) formulaba al proyecto guerrillero, al aseverar que “cuando ellos comiencen a subir, nosotros comenzaremos a bajar”. A partir de estos testimonios y relatos, deseamos ser enfáticos que los miembros del 14 de Junio tuvieron la voluntad de alzarse, no de inmolarse en las escarpadas montañas de Quisqueya.

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