Guerrillero del Tiempo

Guerrillero del Tiempo

Concluí la lectura de los dos tomos de “Guerrillero del Tiempo”, obra que recoge conversaciones del comandante  Fidel Castro con la periodista cubana Katiuska Blanco Castiñeira.

Más de mil páginas de texto y varios centenares de fotografías no fueron suficientes para saciar el entusiasmo producido por las narraciones vinculadas con República Dominicana allí dentro. Ganas sobraron para seguir enterándome de varias “novedades” que creí conocer en profundidad.

El incansable conversador logró certera puntería al elegir a Katiuska como interlocutora para este legado histórico. Ella tuvo la sutil habilidad de pastorear las extensas narraciones de Fidel con la maestría y firmeza del entrenado perro que conduce las ovejas alejadas del rebaño hasta el corral. Sus investigaciones previas y posteriores ajustaron y pusieron en su lugar las recolecciones del pasado, hechas de memoria por el líder de la revolución cubana.

A pesar de que la obra está en formato de libro, impreso en tinta sobre papel y encuadernado en dos volúmenes, llamarlo libro es una inexactitud. Si obedezco a mis reacciones al leerlo, diría que me colocó allí junto a ellos, aunque sin derecho a hablar. Así de realista es este extenso diálogo, difícil de poner a un lado luego de iniciar la lectura.

Lo que más llamó mi atención en este conversatorio fue la enorme devoción con que El Comandante ha considerado siempre el internacionalismo y, en particular, el relacionado con República Dominicana. ¿De donde provino tanto interés por “Santo Domingo”, como a veces llama a nuestro país? Quizás los textos de historia de las escuelas cubanas lo ayudaron a descubrir el internacionalismo dominicano a través de los cinco Generales provenientes de Baní que participaron en la guerra contra el colonialismo español por la independencia de Cuba. Fidel describe en este diálogo algo ya conocido a través de la inolvidable Celia Sánchez Manduley: las luchas de dominicanos y cubanos contra la opresión siempre han sido una y la misma cosa. De ahí la solidaridad de unos con otros en sus respectivas causas durante cada momento histórico.

Cuando en 1947 Fidel cursaba el segundo año en la Universidad de La Habana, era Presidente estudiantil de la Escuela de Derecho y desempeñaba la Presidencia del Comité Pro Democracia Dominicana. En la página 369 del primer tomo describe detalladamente su participación en el proyecto anti trujillista conocido como “La Expedición de Cayo Confite”. Dice: “Tenía muchos amigos dominicanos que eran exiliados y, cuando se habló de que se iba a organizar una expedición para derrocar a Trujillo, me sentí moralmente obligado a participar.”

En “Guerrillero del Tiempo”, el líder cubano describe con minuciosidad el surgimiento y desarrollo de aquel proyecto, a última hora traicionado por los aliados de Trujillo en Cuba. Destaca que, en esa jornada, dos dominicanos llamaron su atención favorablemente. Sobre Juan Bosch dice: “…de todos los dominicanos que conocí fue el que más me impresionó.” El otro fue Ramón Mejía Castillo (Pichirilo), quien sería el piloto del yate Granma que, en 1956, condujo a los revolucionarios del “Movimiento 26 de Julio” desde México hasta la costa oriental de Cuba para iniciar la lucha guerrillera en la Sierra Maestra. Nueve años después, en 1965, “Pichirilo” sería comandante constitucionalista en la lucha contra la invasión yanqui a República Dominicana.

Asimismo, en la página 415 del segundo tomo, El Comandante cita un artículo suyo, publicado en la revista Bohemia el 2 de septiembre de 1956, cuando los golpistas batistianos trataron de desacreditarlo con la acusación de estar vinculado a Trujillo. Decía entonces: “Cuando esa hora llegue, Cuba sabrá que los que estamos dando nuestra sangre y nuestras vidas, somos sus hijos más leales y que las armas con que vamos a conquistar su libertad no las pagó Trujillo, sino el pueblo, centavo a centavo y peso a peso. Y si caemos, como le dijo Martí al ilustre dominicano Federico Henríquez y Carvajal, caeremos también por la libertad del pueblo dominicano.”

Terminado este disfrute, me convencí de que “Guerrillero del Tiempo” debe ser lectura obligatoria de todos los dominicanos porque, además, algunos de los episodios narrados por Fidel se asemejan a situaciones que actualmente vive nuestro país, y que debían corregirse sin demora.

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