Guillermo Caram – Provocaciones gubernamentales

Guillermo Caram – Provocaciones gubernamentales

El gobierno del PRD encabezado por el presidente Mejía debería emitir señales contundentes de que no está apostando al caos y al desorden que puedan alterar la paz y el orden públicos, así como la institucionalidad democrática de la nación. Esto así, habida cuenta que sus últimas decisiones y actuaciones pueden llevar a la convicción que está apostando al caos y al desorden, especialmente a través de su propuesta sobre la denominada ley de lemas; incluso relegando a un segundo plano la previa provocación que causara la descarada injerencia gubernamental en la JCE y la sospechosa negligencia que éste organismo ha mostrado en torno a algunos aspectos organizativos de las próximas elecciones.

Muchos dominicanos interpretan incluso, que el caos y el desorden que está provocando el gobierno, constituyen iniciativas deliberadas en espera de reacciones sociales que traduzcan una especie de auto-inmolación que lo victimicen ante el absoluto fracaso de su gestión y los continuos desaciertos que han causado sus erráticas decisiones o justificativas de acciones disipadoras de tan enorme fracaso; independientemente de los efectos que causen las mismas en la bien ganada institucionalidad democrática que los dominicanos hemos conquistado durante los últimos 38 años. La imposibilidad de salir limpiamente airosos, tanto del ejercicio de la autoridad como el proceso electoral que se avecina, abona esta interpretación.

Y no carece de lógica y sentido común todas estas interpretaciones, habida cuenta la falta de lógica y sentido común de las más recientes decisiones y actuaciones del gobierno.

Carece de lógica y sentido común que el gobierno pretenda imponer la ley de lemas a meses de las elecciones, con los preparativos que ello conlleva, incluso en los procesos internos de escogencia de las candidaturas de partidos que volverán a exponerse a nuevas divisiones en lugar de unificarse como se ha querido hecho creer, habida cuenta las disposiciones de la misma ley; así como el espejismo gubernamental de hacer creer que los votos de sus oponentes internos, hasta hace poco minimizados por el Presidente Mejía, pudieran conducirle al triunfo.

Pro además carece de sentido común que en medio de tantas inconformidades sociales, el gobierno aumente impuestos e incremente los precios de los combustibles en la forma como lo ha hecho, magnificando el ya incrementado costo de la vida; que proponga nuevos préstamos cuando no paga los desembolsados y prosiga inventando fórmulas evasivas y erráticas para corregir la depreciación del peso que él mismo provoca con los excesivos financiamientos del Banco Central; que fomente confrontaciones partidarias o con la sociedad civil e indulte presos para que reincidan prontamente en la comisión de delitos; que continúe tolerando excesos policiales, posponiendo la seguridad social, interrumpiendo la construcción de obras, dilapidando el patrimonio nacional, depredando las áreas verdes para dedicarlas a la construcción; burlándose de la comunidad nacional e internacional al relajar la palabra empeñada y los compromisos asumidos, abonando la inhibición del esfuerzo nacional al viabilizar que sean baleados prospectos deportivos y confundiendo a los gobernados al permitir que BanReservas financie campañas publicitarias contradiciendo lo que practica la AMET.

Ante el escenario dibujado, es lógico preguntarse si el gobierno está actuando conforme los atributos esperados de la autoridad bien entendida, si está consciente de ello; o si procura deliberadamente, inspirado en intereses particulares, el caos y el desorden en perjuicio de la paz y el orden públicos, y la bien ganada institucionalidad democrática.

Ojalá que el gobierno del Presidente Mejía, disipe prontamente estas interpretaciones derivadas de sus decisiones y actuaciones.

De lo contrario, todos los dominicanos tendremos que prepararnos para contrarrestar estas provocaciones.

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