Recientemente el país vio atravesar la cortina de la muerte en viaje a la eternidad a uno de sus hombres más íntegros y útiles en todo el sentido de la palabra.

Le conocí desde muy joven ligado de una u otra manera a miembros de mi familia, y por otro lado tío y hermano de gente que aprecio entrañablemente.

Con él tuve la oportunidad de conversar de muchos temas, a propósito de encuentros familiares y en diversas actividades. En los últimos cuatro años tuve la oportunidad de dar dos conferencias ilustradas con fotos y vídeos en el Centro León de Santiago sobre dos viajes que realicé al continente Antártico y al Círculo Polar Ártico.

Ambos fueron viajes con interés científico a propósito del calentamiento de la tierra y de la reducción galopante del hielo en los casquetes polares con organizaciones preocupadas por el tema.

Guillermo León estuvo en ambas conferencias en primera fila con la curiosidad y el interés de un joven interesado en todo. Fue quien hizo más preguntas, tanto en público como a nivel personal, cuando nos quedamos conversando al final de la presentación junto al director del Centro, Rafael Emilio Yunén.

Tratar con Guillermo León hacía sentir la vibración juvenil de un ser humano especial interesado en todo lo que es humano. Tengo que decir que a pesar de la diferencia de edad que había entre nosotros, de su alta jerarquía en la sociedad dominicana siempre le traté de tú, nunca de usted. Cuando le di el pésame a alguno de sus parientes que conocía les expresé que perdía al número uno de mi fan club para mis conferencias.

Mis condolencias a todos sus deudos y que su ejemplo continúe dando frutos en las nuevas generaciones de esa honorable familia.