Guiomar Álvarez de Toledo, más allá del realismo

Guiomar Álvarez  de Toledo, más allá del realismo

En la fachada lateral del Palacio de Bellas Artes, dos banderolas impactantes cautivan la mirada: una cabeza de perro, otra de caballo, espectaculares ambas, anuncian “Pasión por la Vida”, la primera exposición de Guiomar Álvarez de Toledo en República Dominicana.

Aquí, si su participación en colectivas había sido saludada con beneplácito y curiosidad, la muestra individual, presentada en la Galería Nacional de Bellas Artes, responde a la espera y las esperanzas.
Guiomar Álvarez de Toledo, acreditada pintora en España, de formación extensa y magistral, se ha destacado en varias exposiciones –individuales y colectivas-, incluyendo a la feria de Arco.
Dibuja y pinta con fogosidad: sus modelos y centros de observación provienen de su identidad cultural, de sus viajes, de sus residencias – siendo ella casada con el jefe de la misión diplomática-. Este mundo finalmente conjuga dos pasiones: la vida y el arte.
La exposición. Guiomar Álvarez de Toledo expone veinticuatro obras, pinturas todas, en el Salón de la Rotonda. El montaje de Miguel Ramírez es simple y funcional, enfatizando el diálogo estético y aprovechando la máxima disponibilidad espacial. Textos poéticos – muy bien escritos por Gabriela Llanos – acompañan algunos cuadros.
La profesionalidad pictórica se impone primero en la diversidad de formatos, desde una aproximación al mural hasta una “reducción” de casi miniatura, y pocas veces encontramos tanta unidad cualitativa al variar así los tamaños.
Otra flexibilidad que no deja de sorprender, es que la artista pinta no solamente sobre tela sino, más a menudo, sobre tabla, llegando ese soporte duro hasta el mármol. Sin embargo, la superficie conserva la tersura cual sea el material de base, otra proeza técnica.
Respecto a la paleta, Guiomar es una colorista, completa y compleja, que alterna gamas y tonos, armonías y contrastes, jugando también con el claroscuro y el negro absoluto. Al mismo tiempo, disfruta y nos hace disfrutar las sutilezas de un dibujo anatómico, exigente y minucioso.
Ella inserta la nota contemporánea gracias a motivos, ritmos, cuadritos, trazados, notas cromáticas y paletas gráficas –valga la contradicción- que alegran su mundo figurativo. Un elemento más llama la atención: estos toques se llevan sobre placas de plástico transparente, las cuales se aplican pero no se encolan, contribuyendo así a la vitalidad matérica de la obra.
Por tanto, se hace difícil sino superfluo –como en muchos artistas de hoy-, categorizar el estilo: hay aquí una búsqueda que culmina en tratamiento de diferentes formas de realismo, hasta una exitosa confrontación “pop” mediante las pequeñas abstracciones geométricas que mencionamos. Guiomar Álvarez de Toledo privilegia pues la definición y precisión realista, ante el arrebato expresionista -sin embargo bien manejado cuando ella lo elige -.
Los temas. Una interpretación intensa abarca el diálogo entre los reinos de la naturaleza , con una vertiente animalista impresionante, de sujetos plasmados en dimensiones monumentales –los dos elefantes- hasta tamaños más modestos –así las garzas reales y los toros peleando-. El tema equino –destacándose la dualidad excelente del “caballo picassiano”- y el retrato en close-up de la perrita Mirka, por cierto colocado de manera emblemática, ameritan una mención especial. Los animales de Guiomar sienten y piensan…
Es evidente que la pintora se interesa por la condición humana y su representación, otorgando un lugar privilegiado a la niñez y sus encantos, a sus juegos, a su hermandad espontánea, a sus expresiones y actitudes. El don de observación triunfa, y la pequeña “marchanta” dominicana, con sus aguacates, es un de los mejores cuadros donde la pincelada llega al difumino.
La vida cultural inspira otra pasión dentro de la obra: opulenta diva desbordante de “cubaneidad” , espalda musculosa de la bailaora, dramáticos protagonistas de la fiesta taurina. Guiomar demuestra una verdadera maestría introspectiva en esta simbiosis de arte e identidad, en estas metáforas de sus raíces y origen. Los analistas españoles han destacado una temática, en la que torero y picadores expresan enérgicamente, con luces y sombras, la convicción y la afición de su retratista.
“Pasión por la vida” , pasión por el arte, la exposición de Guiomar Álvarez de Toledo nos las transmite, ofreciendo, si se pudiera decir, un “cante jondo” de la pintura.

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