Gula irrefrenable, el nuevo desajuste alimentario

Gula irrefrenable, el nuevo desajuste alimentario

Una persona que abre con avidez la nevera y recorre los armarios de la cocina en busca de alimentos que calmen su irrefrenable impulso de comer, aparentemente tiene muy poco que ver con otra que apenas prueba comidas o bebidas, porque siente que está gorda pese a que sufre una extrema delgadez y desnutrición que ponen en peligro su salud y su vida.

Pero ambas tienen algo en común: sufren un trastorno de la conducta alimentaria, aunque sus manifestaciones difieran por completo: una sufre anorexia y la otra el “trastorno por atracón”, explica el doctor Alberto Miján de la Torre, del Servicio de Medicina Interna del Hospital General Yagüe de Burgos y profesor de Nutrición de la Universidad de Valladolid, en España.

Los expertos vienen observando en sus consultas que los desajustes alimentarios tradicionales y bien definidos como la anorexia o la bulimia se mantienen estables, mientras están aumentando otros desórdenes atípicos por su edad de comienzo o manifestaciones clínicas, como el “trastorno por atracón”, a los que se consideran enfermedades emergentes.

LOS PERJUDICIALES BANQUETES DE MADRUGADAS

Otro trastorno de la conducta alimentaria emergente es el “síndrome del comedor nocturno” o NES, por sus siglas en inglés (Night Eating Síndrome), descrito por Stunkard en 1955, después de observar que algunos pacientes obesos permanecían inapetentes durante el día, pero durante la noche se volvían voraces, convirtiéndose en comedores repetitivos e insomnes.

Además, el NES se relaciona con determinados períodos de tensión y alarma: si estas sensaciones disminuyen, también se produce una correspondiente reducción de la ingestión nocturna.

Para el doctor Miján de la Torre, independientemente de sus síntomas, todos los trastornos de la conducta alimentaria forman parte de un grupo de desórdenes que, entre otros factores se “caracteriza por las modificaciones en la ingestión de alimentos y las alteraciones del comportamiento, lo que otorga un carácter psiquiátrico a la enfermedad”.

Para algunos expertos, estos problemas se deben básicamente a una predisposición genética, asociada a factores psicológicos, ambientales o sociales.

“No significa que determinados genes determinen la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón, pero se sospecha un posible origen genético, porque los familiares de pacientes con anorexia nerviosa tienen más probabilidades de sufrir un trastorno de la alimentación que la población general”, señala Miján.

LOS GENES Y LA PUBLICIDAD

Según los expertos, la predisposición genética requiere que concurran ciertos factores ambientales y sociales “como caldo de cultivo” para desarrollarse y conducir a la enfermedad.

Si una persona predispuesta genéticamente a un trastorno de la conducta alimentaria, se ve bombardeada a diario por mensajes que preconizan que en la delgadez radica el éxito o por una oferta desbordante de alimentos de todo tipo, ricos en calorías y grasas, tiene muchas probabilidades de acabar padeciendo un trastorno por exceso, como los de atracón o por defecto, como la anorexia.

Para Miján, es esencial trabajar en la prevención de estos trastornos, en todo tipo de ámbitos como escuelas, gimnasios, la familia o Internet, “habida cuenta de las enormes dificultades que existen para tratar a estos pacientes”.

Los expertos coinciden en que el tratamiento de estos problemas debe estar a cargo de equipos multidisciplinarios integrados por especialistas en Nutrición, Psiquiatría y Psicología, con experiencia y formación adecuadas, y requiere una enorme inversión de tiempo, así como recursos logísticos, como áreas específicas de tratamiento y hospitales de día.

El componente psicoemocional es fundamental en los trastornos de la conducta alimentaria, ya que muchas veces se ingiere en forma excesiva o deficitaria, para compensar carencias afectivas, llamar la atención de quienes nos rodean, o debido a sentimientos persistentes de ansiedad, estrés, depresión o aburrimiento.  

COMER HASTA REVENTAR

Los bulímicos pueden tener un aspecto normal, e incluso ser obesos, pero su relación con la alimentación es tan anómala como la de los anoréxicos. Acuciados por un hambre voraz, son capaces de ingerir elevadas cantidades de comida para después eliminar el alimento de su organismo por medio de vómitos provocados o una sobredosis de ejercicio físico.

Los afectados por el emergente “trastorno por atracón aislado”, conocido en inglés como BED (siglas de Binge Eating Disorder), ingieren grandes cantidades de comida en un breve lapso, generalmente menos de dos horas, de forma incontrolable hasta que se sienten llenos pero con sentimientos negativos.

Por la cabeza de quienes sufren este desorden, no pasa en ningún momento la intención de eliminar rápidamente el alimento de su cuerpo. “La obesidad no es un trastorno de la conducta alimentaria, pero el BED puede ser su causa en algunos casos y se calcula que puede estar presente hasta en la mitad de los grandes obesos”, según el profesor Miján de la Torre.

Paradójicamente, en algunos casos es la propia dieta de adelgazamiento, sinónimo de restricción, la que conduce a los atracones y a la obesidad. Según algunos psicólogos de orientación psicoanalítica, ninguna persona puede vivir a largo plazo privándose de lo que le apetece, porque tanto el cuerpo como la psique se rebelan, se resisten.

Por eso, después de una “luna de miel” o período durante el cual la persona con sobrepeso cumple el régimen y pierde kilos, ya no aguanta más y vuelve a ganar peso porque el estar permanentemente sometido a una dieta hace que surjan actos de rebeldía por la comida. Así, muchas conductas alimentarias compulsivas se originan, en realidad, en años y años de dietas.

“Después de una comilona, las personas con BED sienten ataques de culpa y desánimo, pero a diferencia de los bulímicos, no recurren a estrategias compensatorias inadecuadas, como la ingestión de laxantes, la práctica compulsiva de ejercicio físico ni el empleo de algún medio de purgación” explica el doctor Miján. EFE-REPORTAJES

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