Gustavo Guerrero – El fantasma eléctrico

Gustavo Guerrero – El fantasma eléctrico

Me despierta, a las tres de la noche, la fuerte luz del bombillo de mi habitación. Antes, en la tarde, buscando saber si había fluido eléctrico, había dejado, por descuido, conectado el interruptor correspondiente.

Claro, la luz a esa hora me dio de lleno en los ojos y ¡nada! tuve que despertar por obligación. Me había dormido como un lirón porque regresé a casa a las doce de la noche, después de disfrutar del cumpleaños de la hija de un viejo amigo.

Dentro de la algarabía de continuados silbatos estridentes y las manifestaciones de alegría de los niños asistentes, me envolví en un áurea de olvido, hasta tal punto que olvidé mi padecimiento diabético y sin darme cuenta o quizás como rebeldía a las impuestas prohibiciones de ingerir azúcar en proporciones no admitidas, me comí -con redoblado gusto- seis pedazos de pudín delicioso que encerraba en su confección el prodigio de los dioses.

Por ser diabético, soy vegetariano, pero para una ocasión como la que estaba viviendo. ¡al diablo con los vegetales y la perjudicial azúcar!

Por lo contrario a lo que pudo sucederme de carácter sumamente peligroso, el bizcocho contribuyó a darme un sueño completo, profundo, hasta que la desgraciada luz me sacó de mi descanso absoluto.

Ahora, me dije, ya que es difícil volver a conciliar el sueño voy a aprovechar el tiempo para disfrutar de una buena lectura. Después de tomar una tacita de leche con un poco de café bien calientito, agarré el libro de turno «Los condenados de la coca» El manejo político de la Droga» de la autoría de Mario Arango Jaramillo con la colaboración de Jorge Child Velez. Comienzo a leer que van a asesinar al Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla en el gobierno del presidente Belisario Betancour, en Colombia. En el relato se palpa el tenso ambiente de esa época: la guerra subterránea entre narcotraficantes y los que quieren hacer desaparecer la droga de aquel país. El Ministro de Justicia Lara Bonilla lleva la voz cantante con el presidente Betancour. Pero advierto que lo están utilizando como marioneta para reprimir la droga en Colombia y dar paso a los negociadores del vicio con vastas plantaciones en Los Estados Unidos de Norteamérica. Hace llegar dos cartas al Ministro de Relaciones Exteriores sigificándole que la lucha contra el narcotráfico requiere «la colaboración decidida de los gobiernos de los países consumidores».

Sigue relatando Mario Arango Jaramillo en su obra «Los Condenados de la Coca» que a finales de abril de 1984 Rodrigo Lara Bonilla prepara sus maletas para abandonar su cargo y partir como embajador en Praga. Cree que allí encontrará un ambiente más seguro. Presidente que va a ser objeto de un atentado. Al terminar el 3 de abril cuando se dirigía a su casa «Fuá» la luz desaparece en ese instante culminante del relato ¡carajo! se me solivianta el ánimo; Ni leer se puede con este apaga y prende de la luz en la ciudad de Santo Domingo.

Para que el lector no se queda intrigado como yo esa noche de lectura, al otro día leí el final de esa parte tan interesante del libro «Los Condenados de la Coca». Rodrigo Lara Bonilla fue asesinado por atreverse a desafiar a los jerarcas norteamericanos de la droga.

La falta de electricidad está acabando con la paciencia de los dominicanos. ¡hasta un día…!

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