Gustavo Guerrero – Fortaleza de espíritu

Gustavo Guerrero – Fortaleza de espíritu

Formidable, extraordinaria, piramidal la reciente columna Media Naranja de la notable e inteligentísima escritora Angela Peña, titulada «Tan viejo como su miedo», publicada el lunes 7 del corriente mes en este mismo diario.

Y no me sumo al aplauso, que debe ser colectivo porque me siento incluido entre las personas que a pesar de sus años no doblegan su espíritu y resisten con nobleza el paso de la existencia, sino porque es una auténtica verdad lo que ella expone en su columna.

Para darle, tal vez, más fuerza a su apreciación, ofrezco en estas líneas dos importantes ejemplos ocurridos en la hermana república de Venezuela. Dos importantes ejemplos de dos hombres que en el invierno de sus vidas se mantuvieron firmes en sus creencias positivas. Estos dos venezolanos singulares fueron el general Horacio Ducharne y el patriarca Juan Pablo Peñaloza.

Ducharne con más de 75 años de edad y Peñaloza con más de 83 emprendieron, en diverso tiempo, su lucha armada contra Juan Vicente Gómez el autócrata que mantuvo a Venezuela bajo su puño férreo por 27 largos años.

Mientras Cipriano Castro, el otro dictador derrocado por Gómez, se moviliza por El Caribe ya en la Habana, Trinidad y Puerto Rico, sus partidarios irrumpen por el Táchira con el propósito de destronar a Juan Vicente Gómez. No lo consiguen porque León Jurado y Félix Galavís los asedian a tiros y los obligan a retirarse a territorio colombiano. Así se salvan de ser apresados y pasar el resto de sus vidas en el Castillo de Puerto Cabello, o en la terrible cárcel de La Rotunda, en Caracas.

Para consolidar su poderío, Gómez, organiza un ejército de seis mil hombres por si Castro se decide a invadir el territorio venezolano.

No sucede asi, Castro se retira a Puerto Rico. Pero en el Oriente de Venezuela se alza el general Horacio Ducharne, un venerable caudillo de las fuerzas civiles. Con un plan de guerra de guerrillas pretende derrocar a Juan Vicente Gómez. No lo consigue.

En cambio, lo acorralan las tropas de Gómez y lo sorprenden durmiendo en una choza. Apenas le acompañan siete hombres. El comandante de las tropas de Gómez Rugeles, lo despierta y le dice: «Está usted perdido».

«Pero jamás deshonrado» le contesta el altivo caudillo.

Minutos después se oye un disparo. Ducharne es asesinado.

Mientras, en 1929 no hay peligro en el orden interno de Venezuela porque la juventud ha desistido de sus empeños combativos al tirano, en el Táchira «un Quijote de lanza herrumbrosa» imbade a Venezuela: el general Juan Pablo Peñaloza. Viene a constituir el último de los caudillos aferrados a la idea de que Gómez no pude seguir de Maracay.

Con veinte hombres y el ánimo bien alto y decidido, Juan Pablo Peñaloza cruza la frontera por el río Pamplonita y se interna en Venezuela. La promesa de hombres que se habían comprometido a seguirlo se desvanece. No aparecen los combatientes que se habían comprometido a seguirlo, se desvanecen ()similitud con el caso del coronel Francisco Caamaño cuando desembarcó en Playa Caracoles?) Peñaloza se desplaza por terrenos inhóspitos y cañadas y montañas para no caer en manos del os incondicionales de Gómez. No es largo el tiempo de su retirada porque el ejército de Gómez lo cerca y, al fin, cae prisionero.

Los llevan al Castillo Libertador de Puerto Cabello, y tras largo tiempo de martirio fallece con los grillos en los pies al lado del gran poeta venezolano Andrés Eloy Blanco quien lo despide con unos profundos y sentidos versos. El general Juan Pablo Peñaloza, tuvo el coraje de emprender la lucha contra Juan Vicente Gómez con más de ochenta años de edad, porque no quería morir de impotencia en oneroso exilio.

Los años no determinan la decadencia moral del individuo, como lo explica, en brillante prosa, la periodista ANGELA PEÑA.

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