Gustavo Guerrero – Trágicas enseñanzas de la historia

Gustavo Guerrero – Trágicas enseñanzas de la historia

Miguel Ney nace en Sarrelouis el 10 de enero de 1769. Su padre, un humilde tonelero. Ney, con despierta inteligencia deja varias iniciativas para decidirse porque considera que su verdadero campo de acción es el ejército.

En la época revolucionaria va ascendiendo con nuevos nombramientos hasta llegar a general tras las victorias de Wurzburgo, Friedland y Moskova, batalla esta última en la que su gloria fue mayor que la de Napoleón.

Antes Bonaparte en sus funciones de Primer Cónsul se había fijado en este rubio general de aspecto germánico y desde entonces se halló asociado a las grandes victorias napoleónicas de la etapa imperial. Donde mejor desarrolló sus mejores cualidades de audacia y energía fue en la fatal retirada de Rusia de 1812.

Allí para salvar a muchos franceses desarrolló una retirada audaz sacrificando su vida y su libertad después de cuarenta días y cuarenta noches. Finalmente pudo salir de Rusia mostrando al mundo que todo se convierte en gloria para los héroes, incluso los mayores desastres.

Ney fue abatido en Dennevitz por su antiguo compañero de armas Bernadotte quien había llevado a Suecia al lado de los aliados.

Napoleón que se creía único en las victorias y que cargaba sus faltas militares en sus lugartenientes, reprimió a Ney olvidándose de los grandes servicios que antes le había prestado. Ney cayó en el anonimato bruscamente. Por eso concibió hacia el emperador un cierto rencor.

Cuando en 1814 cayó Napoleón bajo los ataques aliados y fue desterrado a la isla de Elba, Luis XVIII se apresuró a llevar a sus filas a este ilustre mariscal.

Cuando Napoleón regresó a Francia desde la isla de Elba, y se anunciaba su avance hasta París, Ney al servicio de la monarquía prometió al rey que apresaría a Napoleón y lo traería encerrado en una jaula de hierro. No sucedió así, por el contrario Ney después de entrar Napoleón en Grenoble y en Lyon, se pasa con las banderas desplegadas a su antiguo señor.

Pudo mucho esta decisión el trato humillante que le daba la nobleza a la esposa de Ney hasta donde ella había ascendido. Ney se sintió lastimado por las frases humillantes y desdeñosas a su esposa.

Más tarde cuando la derrota de Waterloo, desafió la muerte respaldando a Napoleón. Pidió la capitulación ante el enemigo no obstante fue señalado como traidor a la monarquía; encabezaba la lista que Fouché redactó proscribiendo a numerosos seguidores de Napoleón.

Una de las acusaciones que esgrimieron los enemigos de Ney y que le llenó de indignación fue el haber recibido dinero del rey para ponerse a sus órdenes y capturar a Napoleón que avanzaba por el territorio francés después de haberse escapado de la isla de Elba.

Más tarde, después de un proceso, Ney fue apresado y al traerle su sentencia de muerte lo despojaron de la Legión de Honor.

Encarcelado de nuevo durmió profundamente la noche antes de su fusilamiento. El gobierno varió el sitio de la ejecución -que era la plaza de Grenelle- presumiendo que allí se acumularían muchas personas y podría producirse un tumulto.

Un oficial ofreció vendarle los ojos.

-¿Ignoráis respondió Ney- que hace veinte años tengo la costumbre de mirar de frente las balas?

Luego añadió con fuerte y vibrante voz: -¡Protesto ante Dios y la Patria contra la sentencia que me condena! ¡Apelo contra ella ante los hombres, ante la posteridad, ante Dios! ¡Viva Francia!

El oficial y los soldados escuchaban inmóviles y emocionados. El general comandante de la plaza velaba por el cumplimiento de la sentencia y le dijo el jefe del piquete: -Cumplid con vuestro deber-.

Ney se quitó el sombrero y poniéndose la mano derecha sobre el pecho exclamó con voz de mando:

-¡Soldados derecho al corazón!

A la descarga cayó herido de muerte.

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