¿Guy Philippe solución?

¿Guy Philippe solución?

Nelson Marte

El presidente Luis Abinader le resolvió uno de los más grandes problemas a RD al lograr que la comunidad internacional, especialmente Estados Unidos, Francia, Canadá, España, y el Consejo de Seguridad de la ONU, asimilaran la firme posición del mandatario dominicano de que “no hay solución dominicana a la crisis haitiana”.

Ahora que los dominicanos estamos tan concentrados en la competencia electoral algunos sectores podrían tratar de montar una operación de alto peligro para la paz en toda la isla.

Más de un núcleo de aventureros políticos y  empresariales operando al interior o fuera de Haití y podrían estar viendo oportunidades políticas y económicas en la crisis haitiana.

Las oportunidades políticas, que pueden tener vínculos con líderes dominicanos, para pretender quedarse con el poder o cuotas importantes de él -en medio del caos.

En lo económico observan el pastel del narcotráfico, el contrabando de armas, de mercancías y la trata migratoria, así como el flujo de las remesas haitianas, y las ayudas para la reconstrucción del país, que luego del terremoto de 2010 han representado miles de millones de dólares, hoy disminuidas, pero que siguen llegando especialmente desde Europa y Estados Unidos.

Y pudieran estar grupos de políticos criollos que se sienten derrotados en las próximas elecciones municipales, legislativas y presidenciales albergando la esperanza de que una recomposición en Haití le genere nuevos problemas a RD y al excelente manejo gubernamental luego de que grupos de haitianos violentaran acuerdos suscritos entre ambos países sobre la administración conjunta del curso de las aguas del río Dajabón-Masacre-Dajabón.  

Todos esos grupos, actuando de manera separada o asociada, pudieran estar acariciando la idea de que Guy Phiillipe sea la “salida” del “hombre fuerte”, que requeriría la pacificación haitiana.

Pero por más que, incluso aquí, se le esté haciendo un lobismo a Philippe, vendiéndolo como un sonriente y amistoso “salvador” de Haití, acaba de cumplir prisión en USA por narcotráfico y lavado, y tiene otros antecedentes violentos que no lo hacen una solución sino un agravador de la violencia en el vecino país que pueden repercutir en toda la isla y hasta en la región.

Hombre de armas usar, Phillipe ha sido parte de la desestabilización de Haití, involucrado en acciones de golpe de estado contra los ex presidentes Jean Bertrand Aristide y René Preval.

Según una información de Diario Libre del 15 de diciembre de 2005, titulada “Guy Phillipe admite participación en líos contra Fernández”. Phillipe “Admitió que seguidores suyos participaron en las protestas escenificadas frente al Palacio presidencial haitiano en contra del presidente Leonel Fernández”.

El ex comisario policial dijo entonces que “no se irrespetó al Presidente dominicano, porque se trató de una protesta como ocurren en todas partes del mundo”.

Pero mi difunto compadre Rafael Antonio -Cheché- Luna, que organizó la precipitada retirada de la comitiva dominicana encabezada por Fernández, me confesó que fue un ataque vandálico del que a duras penas se pudo salvar la integridad del mandatario dominicano.

Eso lo saben todos los dominicanos y haitianos que estuvieron en ese delicado momento, pues de ser agredido nuestro presidente de entonces no se sabe las terribles consecuencias que hubiera tenido ese ataque, que Philppe admite haber apoyado, y posiblemente organizó, mostrándose como un hombre sin la madurez suficiente para ponderar una acción tan peligrosa.

Phillipe además sostiene que el Gobierno dominicano está en la obligación de pedir excusas al pueblo haitiano «por las muertes y actos discriminatorios contra ciudadanos de esa nación que se cometen en el país”.

El perfil violento y su antecedente delincuencial, su evidente hostilidad contra los dominicanos, hace a Guy Philippe parte del problema y no de las soluciones.

Soluciones que debemos adoptar dominicanos y haitianos con ayuda de la comunidad internacional para que en La Española trabajemos por la paz constructiva que debe darse entre dos pueblos obligados a la coexistencia pacífica y la cooperación.

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