Guzmán Espaillat: nadie ya lo recuerda…

Guzmán Espaillat: nadie ya lo recuerda…

REYNALDO R. ESPINAL
No sólo se alcanza la proceridad blandiendo la espada o empuñando un fusil. La historia reserva también sitial preferente, de honor y grandeza, a los hombres y mujeres que por sus desvelos patrios y su consagración al ideal del servicio denodado alcanzan la proceridad cívica y devienen en perenne fuente de inspiración para sus coterráneos. Tal es el caso del ilustre santiaguense Santiago Guzmán  Espaillat, cuyo olvido es manifiesta expresión de la pasmosa erosión del patriotismo que corroe hasta los tuétanos el alma nacional.

“El civilista”, como apropiadamente le llamara el notable historiador mocano don Julio Jaime Julia, nació en la ciudad de Santiago de los Caballeros el 27 de noviembre de 1877, hijo del matrimonio formado en Moca por don Ramón Guzmán, soldado de la Independencia y de la Restauración y de doña Ubaldina Espaillat Quiñones, nieta del ex-presidente de la República Don Santiago Espaillat.

Nuestra historia recuerda al distinguido abuelo de Guzmán Espaillat como un auténtico prócer, pues le cabe el honor de negarse a ser un testaferro de Santana. En efecto, cuando “el hatero del Prado» propició su elección a la Presidencia, siendo proclamado por el congreso el día 12 de Junio de 1849, lo hizo después de haber derrocado en mayo de 1849 al Presidente Manuel Jiménez. En dichas circunstancias mostró abiertamente sus aviesas intenciones cuando forzó la expedición de un decreto que confiscaba los bienes del Presidente derrocado, lo que obligó la renuncia de Don Santiago el día 11 de Julio del mismo año.

Santiago Guzmán Espaillat cursó estudios en La Escuela Municipal “San Lorenzo” que dirigía en La Ciudad de Santiago el profesor Juan Antonio García y en la Escuela Superior Municipal que dirigía el notable educador santiaguense Federico Augusto González.

Fue fiscalizador en Montecristi donde fue hecho prisionero por el general Andrés Navarro. Fue electo regidor de nuestro honorable ayuntamiento en 1903, cargo que no llegó a desempeñar al renunciar al mismo a principios de 1904. En ese mismo año es nombrado procurador fiscal de Santiago, cargo del cual renuncia al ser electo diputado al Congreso Nacional en ese mismo año.

Es a partir de 1905 cuando pone de manifiesto sus arraigadas convicciones nacionalistas, oponiéndose como congresista a la firma de la Convención Dominico-Americana del 7 de febrero del precitado año. Preciso es advertir que mediante este instrumento jurídico internacional se otorgaba al gobierno norteamericano la potestad de recaudar todos los impuestos aduanales, y es ello lo que explica por qué Demetrio Rodríguez y Desiderio Arias que desde el 3 de junio de 1904 había recibido del gobierno de Morales Languasco la autoridad para nombrar personal de aduanas en Montecristi, se oponen rabiosamente al designio americano representado para la ocasión en las personas de mister Dawson y mister Dillingham.

Guzmán Espaillat, herido en su ser más hondo, renuncia a su curul y a su membresía en el Partido horacista. En su memorable carta de renuncia dirigida al general Ramón Cáceres, figura prominente del horacismo, le expresa:

“…Ni hago falta ni quepo, holgado, en la agrupación. En mis anhelos de libertad y de justicia, dadas las actuales circunstancias políticas, habrían de ser estériles los mayores esfuerzos, que, o no servirían más que para continuar la hostilidad o la rechifla de los unos, o para merecer el calificativo de soñador o de perenne equivocado de lo más compasivos. Y más intensos cada día los odios que dividen a los partidos, más recia la lucha para asegurar la posesión de poder, perece el ideal, quebrántase la fe y desaparece la esperanza de realizar una favorable evolución en el sentido de alcanzar el triunfo de la libertad y de la democracia, el imperio definitivo de ‘la paz en la justicia’, de donde ha de surgir, acrisolada y fulgurante, la República”.

Fue miembro prominente de la sociedad “Amantes de la Luz”, de la “Logia Nuevo Mundo” y directivo del “Centro de Recreo”.

El 1 de julio de 1911, seis meses antes de su muerte alevosa, deja en manos de su amado discípulo Rafael Estrella Ureña su testamento político, en el cual le expresa: “No sé si  me ciega el afecto cuando creo que en ningún joven de tu edad vibra tan intensamente el patriotismo como en ti. De ahí que te legue mis ideales”, para agregar más adelante: “…Esa es la gran ciencia del político. Político equivale a creador, creador: He ahí lo que nos falta. Hay que crear el ideal nacional, hay que crear la paz jurídica y el orden económico para seguridad de la nación. De lo contrario “la Patria se nos va de entre las manos”, como me dijo monseñor de Meriño…”

Contrista el alma, a tal propósito, que un discípulo como Estrella Ureña, en quien cifró tantas esperanzas Guzmán Espaillat, pasara a la historia como un ser claudicante hasta el punto de pedir a los áulicos del trujillismo, a su regreso del exilio a finales de 1939, que dispusieran a conveniencia de sus servicios y lo consideraran “un boxeador noqueado”, todo lo contrario de lo que en la última frase de su testamento expresara su eximio maestro “…Sobre la integridad de mi carácter y la pureza de mis ideales patrióticos descansará la futura obra civilista de la República. Y no puedo dudar ni vacilar porque he jurado continuar la obra de Patria y Libertad de Duarte y Espaillat…”

El día de año nuevo de 1912, durante el gobierno provisional de Eladio Victoria, fue acribillado a balazos frente a la residencia de doña Concha viuda Estrella, en la calle Beler. Allí estaba de visita don Germán Soriano, quien presenció el alevoso crimen que conturbó los ánimos de Santiago y de la nación.

Don Federico García Godoy, en su extraordinaria obra “El Derrumbe”, dedica a Santiago Guzmán Espaillat unas páginas luminosas, de las cuales, como colofón de este articulo, extraemos los siguientes párrafos: “…Se me figuraba que era el único que encarnaba entre nosotros las condiciones esenciales para ejercer a la larga una bienhechora influencia en nuestro bastardeado y corrompido organismo político …Sobre él han caído ya espesas paletadas de olvido. Sobre su sepulcro se han marchitado desde hace tiempo las guirnaldas funerarias que la admiración y el afecto colocaron allí en horas fugaces de acerbo desconsuelo. Nadie ya lo recuerda. Nadie lo nombra…”

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