¿Ha fracasado la reforma educativa
en República Dominicana?

¿Ha fracasado la reforma educativa <BR>en República Dominicana?

POR MIRIAM DÍAZ SANTANA
A quince años de iniciado el más reciente y conocido proceso de reforma de la educación en la República Dominicana, crece la sensación de que, a pesar de los innumerables esfuerzos realizados y el empeño de autoridades educativas y maestros en cumplir su parte del compromiso, no se visualiza en los resultados el gran sueño y la promesa de las autoridades educativas de disminuir la desigualdad social y ofrecer a la población de escasos recursos una educación con la cobertura y la calidad que exigen los nuevos tiempos de la postmodernidad, la sociedad de la información y del conocimiento.

El Siglo XXI, con sus enormes retos de competitividad y conocimientos, lleva ya 5 años y la educación, que ha sido definida mundialmente como requisito indispensable e inaplazable para enfrentar los nuevos tiempos, parece haber bajado varias posiciones en una agenda nacional excesivamente dominada por la política y la economía.

Al pasar revista a los objetivos y metas planteados en el Plan Decenal, la mayoría de los cuales fueron retomados en el Plan de Desarrollo de la Educación 2003-2012, numerosos indicadores nos permiten formular las siguientes hipótesis:

1La reforma educativa no ha logrado que los estudiantes aprendan los fundamentos de las áreas básicas del saber: Lenguaje, Matemáticas, Ciencias Naturales y Ciencias Sociales. Tampoco ha logrado que desarrollen la capacidad de aprendizaje, ni las habilidades para integrarse productivamente al mercado laboral, ni mucho menos la conciencia ciudadana para convertirse en agentes de cambio social.

2El movimiento de modernización social que constituyó el Plan Decenal, surgido e impulsado en los últimos períodos de Balaguer, perdió fuerza hasta casi agotarse en la medida en que avanzó la década. El país experimentó una etapa de crecimiento económico y modernización y se alternaron en el poder proyectos políticos más modernos y liberales, primero el PLD, luego el PRD y de nuevo el PLD. Sin embargo, la reforma educativa sigue dependiendo casi exclusivamente de préstamos y ayudas internacionales. El presupuesto nacional sólo alcanza para pago de bajos salarios y unas pocas construcciones, mientras las promesas de colocar a la educación como la prioridad nacional, jamás se han manifestado en las ejecutorias gubernamentales.

3Por otro lado, sectores de la sociedad civil y del empresariado, que tuvieron papeles estelares en el impulso de la reforma educativa, concentraron sus energías en los temas de las reformas políticas y la globalización económica. Muchos estudiosos y críticos de la educación se convirtieron en ejecutores, atraídos por las favorables condiciones de trabajo que ofrecen los proyectos con financiamiento internacional, mientras las universidades se mantienen al margen y han limitado su contribución a participar en planes masivos de capacitación magisterial de cuestionable calidad y eficacia.

LOS ANTECEDENTES DE LAS REFORMAS

Aunque el concepto reforma educativa se ha utilizado frecuentemente desde la década de los años 60, siguiendo en los 70 y menos en los 80, fue al final de esa última década cuando ocupó la atención del continente y del mundo y se convirtió en una preocupación prioritaria para gobiernos, empresarios, maestros e investigadores. Bien lo decía Adrian Wooldrige (The Economist, 1992) «En la última década, gobiernos empeñados, tanto de derechas como de izquierdas, liberales como autoritarios, se han dedicado a reconstruir sus escuelas y renovar sus universidades_ La reforma educativa está presente por doquier, desde Francia hasta Corea del Sur, desde Australia hasta Alemania»

La República Dominicana no escapó a este movimiento mundial y en 1988 constituyó un espacio de reflexión y propuestas denominado Plan Educativo que durante cerca de dos años concertó la atención del país y dio a luz a principios del 1990 el famoso Decálogo Educativo, con las siguientes propuestas:

1. Eliminación total del analfabetismo.
2. Establecimiento del Preescolar obligatorio.
3. Generalización de la educación primaria
4. Expansión de la educación técnica
5. Ampliación de la educación secundaria
6. Reorganización de la educación superior
7. Revalorización de la profesión de maestro
8. Mejoramiento de la formación docente
9. Elevación de la inversión en educación
10. Ejecución de una campaña nacional de concientización.

Los que participamos en aquel movimiento, cuando nos encontramos, solemos recordar con nostalgia la época, hace unos 15 años, en que nos reuníamos cada mes y discutíamos con pasión los diferentes problemas de la educación dominicana, con la convicción y la esperanza de que la sociedad dominicana se acercaba a un período de cambios, en el cual el sector educativo pasaría a jugar el papel protagónico que las teorías de la modernización le asignaban.

Con fervor y entusiasmo acudimos al llamado de las autoridades educativas, que a su regreso de la Conferencia Mundial Educación para Todos, celebrada en Tailandia en marzo del 1990, convocaron a miles de actores del proceso educativo en todo el país a las diversas consultas que dos años y medio después dieron como resultado el Plan Decenal de Educación, cuya ejecución inició oficialmente en el 1992.

El Plan Decenal definió como propósito «Lograr una profunda reforma del sistema educativo para que la educación se transforme en el período de los próximos diez años en la base fundamental del desarrollo nacional y de la promoción de cada ciudadano, tanto en el plano social como en el personal, con vistas a que el país pueda entrar en el tercer milenio con mayores posibilidades en la construcción de una sociedad más justa, más solidaria y más humana.»

A más de doce años de haber iniciado la ejecución de la reforma educativa, vale la pena echar un vistazo a sus metas, procesos y resultados, sin otra pretensión que no sea la de devolver al tema educativo el lugar que parece haber perdido en la agenda nacional.

La revisión del contexto internacional muestra que la educación ha perdido terreno en las prioridades nacionales, no sólo en la República Dominicana, sino también en la mayoría de los países del continente y del mundo. De hecho, uno de los indicadores de esa situación lo constituye la carencia de un marco teórico que ofrezca respuesta a la cuestión de cuáles son los elementos y fuerzas que en estos momentos hegemonizan el cambio social.

A principios de los noventa, muchos países volvieron sus miradas hacia sus sistemas educativos, en la creencia de que éstos podrían llenar el vacío dejado por la pérdida de las ideologías, como motorizadores de los impostergables cambios hacia una sociedad más justa y en el enfrentamiento de los crecientes signos de descomposición social que se expresan en la criminalidad, violencia, marginalidad y pobreza que afecta a todos los países latinoamericanos. De hecho esta pretensión estaba presente en los discursos de de políticos, presidentes, intelectuales y educadores.

En el libro «Educación y Conocimiento, Eje de la Transformación Productiva con Equidad», en 1990, la CEPAL propuso un marco teórico que tuvo gran influencia en los movimientos de reformas educativas de principios de los noventa. Decía la CEPAL que «El objetivo de la estrategia propuesta es contribuir durante los próximos diez años a crear las condiciones educacionales de capacitación y de incorporación al proceso científico-tecnológico que hagan posible la transformación de las estructuras productivas de la región en un marco de progresiva equidad social.»

Para lograr ese objetivo «toda la población debe estar capacitada para manejar los códigos culturales básicos de la modernidad» y definía estas capacidades como «las requeridas para el manejo de las operaciones aritméticas básicas; la lectura y comprensión de un texto escrito; la comunicación escrita; la observación, descripción y análisis del entorno; la recepción e interpretación de los mensajes de los medios de comunicación modernos; y la participación en el diseño y la ejecución de trabajos de grupo.»

La sociedad moderna, afirmaba la CEPAL en el citado documento, «no se caracteriza sólo por la incorporación de la racionalidad instrumental y el progreso técnico, sino también por un conjunto orgánico de ciudadanos, capaz de reflexionar sobre sí mismos, de determinar sus demandas, de integrarse internamente, de responder a un entorno cambiante y de resolver problemas complejos.»

Es evidente que una parte selecta de nuestros jóvenes reúnen estos requisitos, incluso los hay que están mejor preparados que sus padres, aún cuando éstos sean profesionales, porque dominan varios idiomas, están familiarizados con las tecnologías más avanzadas y tienen una mentalidad más innovadora y emprendedora. Muchas empresas muy competitivas están captando a esos jóvenes y los prefieren porque tienen mejores condiciones para enfrentar los retos de la empresa o institución moderna.

Pero adquirir estas condiciones cuesta muy caro y las mismas están muy lejos de llegar a los jóvenes que asisten a escuelas y universidades públicas y la mayoría de las privadas, donde esos códigos de la modernidad que señala la CEPAL están ausentes.

Un análisis de la situación educativa, a la luz de las escasas informaciones que el sistema produce, muestra que estamos aún en niveles de precariedad material que mal podrían producir los resultados esperados.

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La autora es socióloga, con Maestría en educación y ha realizado numerosas investigaciones en el área educación.

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