El título alude a Román Rodríguez y Rodríguez, un nativo de Monte Cristy; pero perteneciente al “clan” de los Rodríguez de Las Aguas, al cual pertenecía ese héroe de romance que se llamó Demetrio Rodríguez.

Román, apuesto y joven, se fue a Santiago y logró colocación en la farmacia de Narciso Román. Y ocurrió que una dama y añosa, en entrevista con Trujillo le manifestó sus deseos matrimoniales. El “Jefe” inquirió con quién, señalando ella al joven Román. Y el matrimonio se dio con el padrinazgo del “Jefe”. Y entonces el padrino les regaló un viaje a Nueva York.

En la Gran Manzana el joven matrimonio se apartó de su forzosa consorte, optando por quedarse en los Estados Unidos. Pasaron algunos meses y cuando sonaron en Cuba los clarines de Cayo Confite, hacia allá partió Román a incorporarse a los hombres que comandaba Juancito Rodríguez García. Lamentablemente la libertaria concentración fue saboteada y no hubo invasión en el 1947.

De esa abortada expedición armada contra Trujillo, mostraba Román una fotografía en que figura él en las arenas del “Cayo” al lado del joven cubano Fidel Alejandro Castro Ruz. Hombre de extraordinaria memoria como lo es Fidel, cuando fue a las Naciones Unidas, Román se le acercó y le preguntó que si él lo recordaba. El líder cubano lo observó y le respondió “Tú eres Ramoncito el de Cayo Confite”.

Hay que decir que después de la fallida expedición bélica del 1974, vendida a Trujillo por le bandolero general cubano Genovevo Pérez Damera, el cayoconfitero Román Rodríguez se fue a Nueva York y se dedicó a la venta de muebles; le fue bien y llegó a tener una posición económica holgada y hasta llegaron a llamarlo de cariño “el sheriff de Corona”.

Cuando los integrantes del vigoroso y prometedor partido de Juan Bosch, el PRD, establecido aquí con la llegada de los tres Evangelistas de la Democracia: Miolán, Castillo y Silfa, comenzaron a viajar los adeptos hacia Nueva York y allá tenían “al compañero Román” que les servía de apacentador y de guía.

Este hombre, ejemplar ciudadano que acaba de fallecer en un accidente automovilístico en la carretera de Puerto Plata, ciertamente que ya se encontraba viejo y enfermo. Este dominicano que acaba de convertirse en difunto, estaba tan entrañablemente ligado al partido político que a esta tierra trajo la democracia, que cuando escueta y tácitamente se decía “el compañero” ya se sobre entendía, que referencia se hacía a Román Rodríguez.

La noticia triste de la muerte de este buen hombre, de este cordial amigo, nos llegó mediante llamada telefónica que desde Santiago nos hiciera Antonia Marte, quien durante muchos años le sirviera de compañera y de cercana valedora.

Con la muerte de Román Rodríguez, ya solamente quedan dos “cayo confiteros” que son Fidel Castro en Cuba y Ángel “Mimillo” Miolán aquí.