¡Ha resucitado!

¡Ha resucitado!

POR LEONOR ASILIS
Hoy es el día más importante de nuestra fe: la celebración de la Resurrección de Jesús.
Con su resurrección, nuestro Señor Jesús convirtió en glorioso el día que su muerte había hecho luctuoso. Esta es la razón de nuestra alegría. Aquí radica nuestra esperanza. El es el Señor de la vida. Este es el cimiento de nuestra fe.

No podemos perder jamás la esperanza en la victoria del bien y la justicia divina.

Jesús es Cristo. Camino. Busquemos el camino. Como nos dice San Agustín: «El camino es quien viene a ti. Si los hombres entran en el camino y lo siguen, cuanta seguridad hay! Porque andan bien y no yerran. Cuando, al revés, no siguen el camino, qué lástima dan! Preferible sin duda es ir por el camino, aún cojeando, a ir bravamente fuera de camino».

La vida de Jesús nos enseña que después de la cruz, viene la resurrección. En otra ocasión, nos dice este ilustre Santo: El principio de todo pecado es la soberbia; y el principio de la soberbia del hombre es separarse de Dios. Es para curar la causa de todas las enfermedades, que es la soberbia, por lo que bajó y se hizo humilde el Hijo de Dios. Tal vez nos ruboriza imitar a un hombre humilde, imitemos al humilde Dios.

Dios Padre, que no se deja ganar en bondad y generosidad, premió la humildad de Jesús, Su Hijo Unico que lo ha colocado a su derecha, lleno de esplendor y gloria.

Él en Jesús, nos ha enseñado que el que se humilla será ensalzado. Se humilló, murió en una cruz, sufrió lo indecible por amor a nosotros para darnos con su muerte la resurrección y la vida.

Ahora veamos lo que dice el apóstol San Pablo en Colosenses: «Si habéis resucitado con Cristo, gustad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios, buscad las cosas de arriba, no las de la tierra.».

¡Cuánta falta nos hace seguir estos consejos de vida! Jesús mismo nos dijo en una ocasión: «Si no hago las obras de mi Padre, no creáis en mí; pero si las hago y queréis creerme a mí, creed a las obras para que conozcáis y créais que el Padre está en mí y yo en Él».

Y es que si estamos en Dios y si vivimos santamente Dios está en nosotros: somos fieles que participamos de su Gracia y somos iluminados por Él: estamos en Él y Él en nosotros.

¡Felices Pascuas de Resurrección!

Leonor.asilis@verizon.net.do

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