Habitantes del mundo

Habitantes del mundo

Kol Nidré es el nombre que daban los judíos sefarditas a la recitación religiosa que se leía en la sinagoga antes de comenzar el servicio vespertino de Yom Kipur. Esta declaración litúrgica rezaba: “En el tribunal de los cielos y en el tribunal de la tierra, con el permiso de Dios, alabado sea, y con el permiso de su santa congregación, nosotros mantenemos que está permitido rezar junto con los transgresores de la ley”. En el siglo XIX las autoridades rabínicas eliminaron de los libros de oraciones el Kol Nidré. Algunos compositores, de origen judío, han creado piezas musicales para esa oración controversial.

Cuando entramos en una iglesia cristiana para asistir a una misa, nos sentamos en unos bancos junto a señoras piadosas que ya han rezado el rosario; también pueden acompañarnos personas que oran por la salud de sus familiares o amigos. Sin embargo, varios bancos por delante, o por detrás, podrían estar ocupados por individuos de mala reputación: ex presidiarios, asesinos por paga, narcotraficantes y sinvergüenzas de todas clases. Ellos tienen acceso a las iglesias; son “habitantes del mundo”. Dondequiera que dirijamos la mirada encontraremos “mansos y cimarrones”. Debemos convivir con nuestros prójimos; en el autobús, en la iglesia, en la calle, tenemos que mezclarnos con los pobladores reales de la tierra.

Quiere decir que para rezar debemos hacerlo rodeados de personas que, tal vez, “no estén rezando”. Para realizar nuestras tareas ordinarias: de trabajo-profesionales o vocacionales- estamos obligados a contar con los demás. Aunque esos “demás” no estén interesados en el “trabajo bien hecho”, o en la ejecución rigurosa de ningún proyecto. Los apóstoles de Cristo predicaban en medio de gentes “poco recomendables”. El propio Jesús tuvo que codearse con “rameras y publicanos”.

No es posible vivir en una cápsula de oxígeno. El “aire del mundo” es un aire viciado: por pasiones, intereses, ambiciones desenfrenadas. Todos los habitantes del mundo se tiran de los pelos, se apalean o matan a tiros, por un motivo u otro. Cualquier cosa que hagamos ha de ser realizada en este planeta depredado, entre hombres buenos o malos, torpes o inteligentes. No existen clubes, asociaciones o hermandades, formados únicamente por hombres honestos, capaces, de buena voluntad.

 

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