Hábitat inhabitable

Hábitat inhabitable

De nuevo la vulnerabilidad de muchas familias ha sido puesta al desnudo. De ello se ha encargado Isaac, una perturbación atmosférica que no necesitó rango de huracán para obligar al desplazamiento de más de 25,000 personas, cuyas viviendas han quedado sumergidas. No está claro si   fue la fuerza de los elementos naturales  la que provocó tanto estrago, o si fue la vulnerabilidad del hábitat lo que quedó  de manifiesto.

No se necesita un David o un  Georges, y ni siquiera una tormenta Federico, para poner en peligro a miles de familias que habitan en viviendas semi sumergidas en La Barquita, enclavada en uno de los meandros del río Ozama. Como éste hay habitados muchos lugares vulnerables, en los que cada temporada ciclónica muestra sus fauces la tragedia. El Hoyo de Chulín fue alguna vez uno de los focos más graves de vulnerabilidad. Joaquín Balaguer lo resolvió con una solución urbanística. ¿Cabría hacer algo similar con  La Barquita y otros sitios igual de peligrosos?

En los lugares de alto riesgo no debería vivir la gente. Y menos si el Estado los tiene debidamente clasificados. Si el desbordante gasto público que ha inspirado las recientes medidas de austeridad hubiese estado bien orientado, ya no tendríamos preocupaciones de esta naturaleza. El  Estado debería sentirse responsable por la suerte de la gente que está  en hábitat inhabitable.

Secuelas sanitarias

A las consecuencias derivadas de los torrenciales aguaceros que han obligado al desplazamiento de unas 25 mil personas siguen ahora las secuelas sanitarias. El Ministerio de Salud Pública advierte que están dadas las condiciones para que aumenten los casos de  dengue, del que se han detectado 1,870 casos con ocho fallecimientos, cólera, del que se han atendido numerosos casos en Tamboril, así como de malaria,  leptospirosis y el virus H1N1.

  Con ese diagnóstico a la mano, lo que debe continuar es fortalecer los programas de prevención para tratar de contrarrestar el aumento de casos de estas enfermedades. Es necesario que el Ministerio de Salud Pública integre a los trabajos de prevención a toda la familia, sobre todo en las zonas del país más azotadas por las inundaciones. Hay que restablecer el suministro de agua potable donde el servicio haya resultado averiado. Hay que prevenir sin pausas.

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