Sería interesante  saber si luego de hacerse públicos  los detalles del expediente contra los acusados de recibir sobornos de Odebrecht estos seguirán alegando su inocencia con la misma vehemencia y, sobre todo, si los que están presos seguirán recibiendo el efusivo  respaldo y solidaridad  de sus compañeros de partido. La lectura del documento, que los periódicos  empezaron a publicar  con gran despliegue, permite  saber porqué están ahí acusados que, en principio, no parecían tener vínculos directos con el manejo de recursos económicos o la aprobación de préstamos en el Congreso para favorecer a la constructora brasileña, pero que según la acusación su papel era facilitar y agilizar, desde su condición de funcionarios de alto nivel, su   tramitación y financiamiento. ¿Mantendrán su alegato de que nada tuvieron que ver con Odebrecht, las obras que construyó y los préstamos  con los que se financiaron? Esa lectura también  confirma  porqué se insiste tanto en que la lista está incompleta, en que no es verdad que están todos los que son y son todos los que están, y basta un botón de muestra. Al senador Tommy Galán, presidente de la Comisión de Hacienda en el periodo 2006-2014, se le acusa de recibir dinero de Angel Rondón, el omnipresente “Hombre del Maletín”, para “motivar” la aprobación de los financiamientos del acueducto de Samaná, la Autovía del Coral, y el Corredor Duarte, entre otras obras. ¿Motivó  a sus compañeros con su persuasivo  verbo o el mérito es de don dinero? ¿A cuántos motivó? Por supuesto,  las acusaciones que aparecen en ese expediente hay  que  probarlas, pero sea cual sea el veredicto  del juez  su  publicación  dejará en claro que la mayoría de los imputados no puede justificar su patrimonio con sus sueldos de funcionarios o de legisladores, barrilitos incluidos, lo que permite afirmar  que si la auditoría  visual de la que tanto se habla tuviera consecuencias penales la condena no se la despinta nadie.