Hablando

Hablando

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Trujillo nombró al general don Félix Hermida como jefe de seguridad y en ese tiempo se redujo el número de presos políticos debido a la actitud del militar.

Cuentan que cuando un joven profería algunas palabras de crítica al régimen, por lo cual lo mejor que podía ocurrirle era ser apresado por un tiempo, el general Hermida llamaba al joven y como había servido en la mayor parte de las ciudades de entonces, conocía a mucha gente.

Es bueno recordar que en la década de 1950 Pedro Mir escribió que el nuestro era un país “agreste y despoblado”.

Para ese tiempo, cierto o no, se decía que el gobierno subsidiaba las familias numerosas porque Trujillo aupaba el crecimiento de la población, dado que la población de Haití era el doble o casi el doble de la dominicana.

Entonces sólo había acceso a las informaciones que ofrecía el gobierno y lo demás era escuchar emisoras extranjeras de Venezuela, Puerto Rico o Cuba, ser informado por algún opositor velado o escuchar el rumor popular, rico en anécdotas no necesariamente ciertas.

Dicen que el general don Félix Hermida o Hermida el Viejo, como lo llamaban, aconsejaba a los jóvenes que iban presos por chismes de chivatos gratuitos, que había muchos, o militares o policías o calieses.

Luego del consejo, don Félix ordenaba la libertad del joven.

¿A qué se debía la actitud del militar? El decía que “hablando no se tumba gobiernos”.

Vivíamos bajo un gobierno de fuerza que quizá inspiró a George Orwell a escribir su novela en la cual se perdió la privacidad y la libertad por la presencia permanente del poder.

El tiempo del general don Félix Hermida en el aparato de seguridad del gobierno de Trujillo fue breve. El tirano no creía en métodos civilizados.

A poco colocó a John W. Abbes García al frente del Servicio de Inteligencia Militar y es bien conocido cómo se aumentó la opresión y el abuso contra el pueblo.

Después de la muerte de Trujillo el país tomó el camino de la conquista de la democracia y la libertad.

De entonces acá hemos pasado por movilizaciones callejeras, mitines multitudinarios, marchas, protestas, huelgas, reclamos, elecciones robadas, reelecciones impuestas por las armas y la corrupción.

El pueblo acorraló el autoritarismo y desbordó los controles abusivos, inconstitucionales e ilegales, para procurar vivir bajo el imperio de la ley y ejercer las libertades públicas más amplias.

Como parte de esas luchas hemos tenido todo tipo de jornadas: elecciones, oposición al golpe de Estado de 1963, guerrillas, guerra civil y Guerra Patria.

Mi generación sembró la semilla de la libertad, la abona, la cuida, la mima, sirvió para que las generaciones actuales disfruten de nuestro sistema democrático más o menos imperfecto que otros.

Los gobiernos después de 1978, han respetado más que menos el ejercicio de las libertades públicas.

Ahora gobierna la generación de después de la construcción de la democracia por parte de la mía.

No entiendo cómo, después de tantos años de lucha, encarcelamientos injustos, asesinatos políticos, deportaciones arbitrarias e inconstitucionales, irrespeto al Estado de derecho que debemos construir día tras día, se impida una protesta pacífica de jóvenes que piensan de manera diferente a la del Gobierno, como ocurrió el sábado pasado.

Así no fue que hablamos. Eso estuvo muy mal.

¿O es que se teme a la verdad, a que hablando sí se cambian gobiernos?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas