Hablando de diálogos

Hablando de diálogos

Palabras que siempre estando en la palestra, en algunos períodos adquieren mayor relevancia; diálogo es una de ellas.

Diálogo y negociación van de las manos. Con el diálogo se llega a un acuerdo a través de una negociación.

Solo las negociaciones y conversaciones de paz de los israelitas con los palestinos podría parangonarse con las sostenidas por los colombianos. Se inician hace más de cinco décadas y todavía no han logrado sus objetivos. Para ensamblar acuerdos duraderos existiendo antagonismos políticos o religiosos se necesitan maestros de psicología y de política, esta última vernácula o internacional.

Para culminar exitosamente una negociación durante el diálogo debe hacerse concesiones; de lo contrario conlleva al estancamiento. Esta enseñanza transmitida por William Ury, de Harvard, experto en negociación,  fue expuesta  recientemente en un seminario. Narró que en la crisis de los misiles entre Estados Unidos y Rusia en 1962, lo que despejó el panorama fue una simple llamada por teléfono de Kruschev al sorprendido Kennedy.

La negociación es arte pero también ciencia.

En nuestro lar vemos penosamente la  concesión faltante en negociaciones de los contendores internos del PRD causante del estancamiento; y esa responsabilidad histórica recaerá de por vida a sus protagonistas.

Buen negociador, en el ámbito internacional, fue el ex presidente colombiano Turbay Ayala, cuando negoció con el M-19, a través de sus voceros Jiménez y Zambrano, cuando este grupo nos secuestró el 27 de febrero de 1980 en la Embajada dominicana en Bogotá. Éramos cincuenta personas pero solo permanecimos en cautiverio seis Cónsules y diecisiete Embajadores atrapados durante dos largos meses. Algunos fuimos heridos levemente y un guerrillero muerto en el momento de la toma de la Embajada.

Existe una marcada diferencia de pensamiento entre quienes gozan de libertad y los que viven esa aberrante situación. Pensábamos que estábamos a merced del azar y que protectores reales de nuestras vidas no existían. No creíamos en los de afuera (el gobierno y sus negociadores) y menos en los de adentro, nuestros captores. Recelábamos hasta de nuestros mismos compañeros de infortunio. En algunos casos, llegó a producirse el fenómeno del “Síndrome de Estocolmo”, entre los que allí nos encontrábamos.

Esos diálogos, muy suis generis, escenificados en una Van sin puertas por donde salían y entraban los negociadores del Gobierno y “la Chiqui” del M-19, eran esperados por nosotros con ansiedad y cuando se interrumpían la depresión nos embargaba.

La condición de buen negociador de Turbay nos salvó.

Las FARC han debido seguir los pasos del M-19, deponiendo las armas e integrándose a la sociedad política. Cabe señalar que nuestro principal secuestrador, el famoso “Comandante Uno”, acogiéndose a una ley de amnistía, después de haberse integrado a la vida política civilizada, llegó a ser Alcalde del Tolima. Rosember Pabón fue funcionario importante del Gobierno del Presidente Uribe.

Ojalá las FARC y todo el que necesite resolver un problema opte por dialogar y negociar con inteligencia teniendo la cabeza fría para no perder lo más por lo menos.

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