A mí me encanta la idea de tener un hijo que hable sin parar, que cuente lo que vive y hace, ya que es importante que se exprese. Debemos entender que muchos niños en edad preescolar son conversadores constantes, porque así liberan los pensamientos de su cabeza como una corriente interminable. Pero los excesos siempre rozan en lo negativo, hablar demasiado disminuye las capacidades de atención, de concentración y de memorización. Los niños demasiado habladores a veces nos agotan, y al final, dejamos de escucharlos. Sin embargo, tienen cosas importantes que decir, como todo el mundo.
El problema surge cuando empieza a ocupar todo su tiempo conversando, o cuando el hablar pasa a ser más importante que lo que los demás puedan enseñarle. De esta forma puede correr el riesgo de ser apartado por no respetar las reglas.
Es importante enseñarles desde casa, que para escuchar todo lo que los miembros de la familia tienen que decir, lo ideal es instaurar “la hora de la palabra”. Para casos de varios hermanos por ejemplo, debe fomentárseles el entender que cada uno deberá tener el mismo tiempo. Así se evitan las injusticias y el más parlanchín puede hablar sin excederse. Y, sobre todo, se le obliga a jerarquizar lo que tiene que decir y a decidir lo que se guarda para él. De este modo, aprende a construir su pensamiento.
Al hablar con uno o con sus amigos aprenden, procesan y asimilan información, pero al convertirlo en un estilo de vida tan entrañable en el camino podrían perder de vista la importancia de lo que es verdaderamente la comunicación. Y suele pasar que los niños que hablan demasiado no capten las señales no verbales de otras personas que pueden indicar irritación, enojo o frustración y al no captar estas señales puede ser aún más irritante para los demás.
Debemos enseñarles que existen diversas formas de comunicarnos más allá de las palabras, es preciso hablarles sobre la interpretación del cuerpo y el lenguaje no verbal, ya que será sano que lo practiquen.
Profesionales han señalado que los pequeños que no han aprendido a escuchar con cuidado, la mayoría de las veces tienen problemas al prestar atención en clases; al igual que cuando no se les alienta a hablar, por lo que debemos estar atentos a estas alarmas y conseguir el equilibrio en ellos.
Recuerdo que los otros días hojeaba unas sugerencias para el desarrollo del lenguaje que señalaban, que siempre debemos estar prestos a demostrarles a nuestros hijos que nos importa lo que dice y piensa, ya que somos los primeros maestros y los que ejercemos mayor influencia en las vidas de los pequeños. Es por eso, que quizás los niños que hablan demasiado sean así porque no se sientan del todo escuchados, y para que puedan tener éxito en la escuela es importante mantener lazos fuertes con ellos para aconsejarles y mostrarles los errores que podrían estar cometiendo. Los padres debemos participar activamente en el aprendizaje de los niños, por eso cuando nos involucramos en las escuelas, los niños tienden a destacarse más y sus opiniones sobre la escuela son más positivas. Los niños que no paran de hablar suelen ser muy despiertos, con más razón, debemos ayudarlos a lograr que se esfuercen para superar sus dificultades con energía.
Una vez me recomendaron las clases de teatro para desarrollar el potencial creativo de los niños, pero en realidad puede ayudar también a los niños demasiado conversadores a convertir su facilidad verbal en una ventaja.