Acabamos de vivir un proceso electoral similar a todos aquellos que han transcurrido después de la desaparición de la tiranía. Sin embargo, el observatorio del tiempo político dominicano refleja señales de graves disturbios con tres frentes, hasta ahora, completamente definidos. En el PRD se avecinan tormentas que pueden convertirse en huracanes políticos, con vientos de más de 250 kms. por hora, con devastaciones de pronóstico reservado. En cambio, en el frente del PLD se anuncian lluvias de ligeras a moderadas, representadas por algunos frustrados y unos que otros inconformes para después del próximo 16 de agosto, y otros con fuertes aguaceros con vientos de tormentas para los próximos cien días de gobierno; esto es, se esperan espesos nublados con apariencias de luchas de clases. Si esto sucede, y además las recaudaciones de los impuestos disminuyen o aumentan los impuestos o son amplios los porcentajes, entonces el panorama será color de hormiga. Ojalá no suceda nada de lo que se observa en el ambiente por los rumores callejeros que circulan, pues, entonces será ¡a Dios que nos ampare!

Si a estos preocupantes pronósticos se le agrega una reforma fiscal a lo dominicano, entonces casi seguro que tendrá que ocurrir más de un huracán político de proporciones que nuestra imaginación no es capaz de predecir. Entonces es conveniente recomendar estar alertas y cada ciudadano establecer sus propias normas de seguridad, si es que en estas circunstancias es posible diseñarlas. 

Dentro de lo posible, tal vez podremos soportar las embestidas que se avecinan. Ojalá no se produzca lo peor, porque, en ese caso, no podremos decir que tendremos paz, que el país crece, que habrá alimentos baratos, que la construcción de viviendas está en su mejor época y que la banca no tendrá que ser rescatada, como está sucediendo en Grecia y posiblemente en  España, porque en este país no existen recursos públicos para este tipo de acción. Esperemos los anuncios del observatorio político con reservas.