Hace 100 años se reveló al mundo la existencia de Machu Picchu 

Hace 100 años se reveló al mundo la existencia de Machu Picchu 

Cuzco (Perú).  EFE. Las celebraciones por el centenario de la llegada del arqueólogo Hiran Bingham a Machu Picchu -no su descubrimiento, aclaran los paisanos del lugar- arrancaron ayer en Cuzco con unas actividades cuyas preparaciones no se han visto exentas de polémica y dudas.   Consciente de que la ciudadela de Machu Picchu es el principal atractivo turístico del país (en 2010 cerca de 800.000 turistas visitaron las ruinas), el Gobierno peruano ha buscado convertir el centenario en una celebración por todo lo alto.  

Cuzco, la antigua capital del Imperio Inca y la puerta de entrada de los turistas a la declarada nueva maravilla del mundo, es el centro de estas celebraciones, y por ello se ha buscado vestir de gala a la ciudad de 450.000 habitantes, incluso recomendando a los taxistas que vistan desde ya con traje y corbata.   Además, están previstos actos en los que se quiere mostrar lo más tradicional de la cultura andina, desde festivales de danzas típicas a exhibiciones de camélidos andinos.

Tan solo 200 personas podrán acceder el día 7 a las celebraciones centrales, lo que incluye a autoridades y a medios de prensa del Estado peruano, que serán los encargados de pasar fotografías e imágenes de vídeo al resto de periodistas.

La presión de la Unesco sobre las ruinas de Machu Picchu no es nueva, sobre todo en lo relacionado a una posible saturación turística, una situación que a punto estuvo el pasado junio de provocar la inclusión de la ciudadela en la lista de sitios en peligro del organismo de la ONU.   Fernando Astete, jefe del Parque Arqueológico de Machu Picchu, ente que protege más de 38.000 hectáreas alrededor de la ciudadela, una zona importante también por su flora y su fauna, negó  que existan problemas en las ruinas, aunque sí en el resto de la zona.  

“Hay autoridades locales y ahí cada uno hace lo que le parece, también hay congresistas que sacan leyes para hacer carreteras sin consultar y cosas por el estilo. El problema es de gobernabilidad”, señaló Astete.  

Precisamente, otro de los problemas del éxito de Machu Picchu es que, según la Cámara Nacional de Turismo, el 70 % de los ingresos por turismo en Perú deriva de la ciudadela inca pero ese dinero no se queda en la zona.   Esta misma semana, una comisión de autoridades de la provincia de Urubamba, donde se ubican las ruinas, viajó hasta Lima para reclamar que el Estado solucione los problemas que la temporada de lluvia del año 2010 dejó en la zona, donde varios puentes se derrumbaron y dejaron incomunicadas varias poblaciones.

“La población de Urubamba no se beneficia con los ingresos por las entradas a Machu Picchu, que al erario nacional da casi 300 millones de soles (108 millones de dólares) al año y para la zona no hay nada”, señaló el consejero por Urubamba en el Gobierno Regional de Cuzco, Marcos Concha.  

Otro punto polémico de las celebraciones ha sido que, mientras el Estado se ha volcado en el centenario de la llegada del estadounidense Bingham a la ciudadela, el centenario del descubrimiento de la misma por el agricultor cuzqueño Agustín Lizárrafa, que se cumplió en 2002, pasó desapercibido.   Machu Picchu es, sin duda, la imagen de Perú en el mundo.

El veradero descubridor. Nueve años antes de la llegada a Machu Picchu del estadounidense Hiran Bingham, el agricultor peruano Agustín Lizárraga llegó hasta la ciudadela Inca, una historia poco conocida que ahora algunos cuzqueños buscan reivindicar con la publicación del primer libro sobre el tema.   El cuzqueño Américo Rivas es el autor de la obra, titulada “Agustín Lizárraga- el gran descubridor de Machu Picchu”, y donde añade  detalles inéditos a una historia ya conocida y aceptada por los especialistas, pero que aún el público general desconoce incluso en el propio Perú.

Hacer justicia a Lizárraga se ha convertido para Rivas en una cuestión personal a la que ha dedicado años de investigación, con los que ha ido llenando los huecos de una historia que, siendo natural de Santa Teresa (pueblo  a siete kilómetros de Machu Picchu), había escuchado desde pequeño.

“Cada domingo yo iba a almorzar a la ciudadela y allí escuchaba en boca de mis abuelos la historia. Además, cerca de mi casa vivía una familia Lizárraga que también contaba la misma versión”, recordó en una entrevista.   Es por eso que, cuando en 2002 se cumplieron cien años de la primera visita de Lizárraga a Machu Picchu y, a pesar de los esfuerzos de ciudadanos de Cuzco, las celebraciones no pasaron de unos pequeños actos casi familiares, Rivas se propuso escribir un libro que reivindicara la figura de aquel agricultor. Precisamente esta semana en que se celebra el centenario de la llegada de Bingham ha sido el momento elegido por Rivas para dar a conocer su libro.   Para su elaboración, Américo Rivas contó con una fuente novedosa- una larga carta escrita en 1961 por Adriel Palma, hijo de Enrique Palma, uno de los que acompañaron a Lizárraga en su primera expedición, y en la que describe con detalle la historia.

Bajar el tono

De la celebración

Durante meses, la Comisión de Alto Nivel encargada de los festejos ha estado barajando realizar incluso un gran concierto en Machu Picchu, para el que se habló desde Paul McCartney al tenor peruano Juan Diego Flores.  Sin embargo, y luego de que la organización de la Unesco, encargada de supervisar los monumentos que son patrimonio de la Humanidad, pidiera al gobierno que rebajase el tono de la celebración, temiendo daños al lugar, se decidió realizar algo menos ambicioso y, sobre todo, con menos invitados.

La otra  entrada

La mayoría de turistas llegan a Machu Picchu en autobús, pero existe otra vía para llegar a la ciudadela: el Camino Inca, una ruta a pie que permite a 200 privilegiados al día adentrarse en el mundo andino y conocer su fauna y su flora.   Mientras la visita habitual a los populares restos arqueológicos obliga al turista a compartir la experiencia con varios miles de personas, llegar a Machu Picchu caminando se convierte en una experiencia íntima con la tradición andina, y en la que la propia ruta resulta casi más interesante que el destino final.   En los cuatro días, y 42 kilómetros, durante los que se prolonga el Camino Inca, también existe una ruta alterna de dos días, el turista recorre un empedrado centenario que llega a los 4.200m de altura, mientras transita por imponentes y solitarias ruinas que aparecen por sorpresa entre la  selva alta de Perú.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas