Hace 60 años de la última
Presidencia de Trujillo

Hace 60 años de la última<BR>Presidencia de Trujillo

POR VIRGILIO ALVAREZ BONILLA
El próximo 16 de agosto, se cumplirán sesenta años de la última juramentación de Rafael Leonidas Trujillo como presidente titular de la República. Trujillo había dejado la presidencia titular en 1938, presionado por las fuerzas internacionales luego del genocidio de los haitianos en 1937. Para el período constitucional 1938-42, fueron «electos» el licenciado B. Peynado y el doctor Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, como presidente y vicepresidente de la República, respectivamente.

 Trujillo conservó, para sí, los títulos de «Benefactor de la Patria y Comandante en Jefe de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire», Incluso se creó una Secretaría de Estado de Despacho del Generalísimo, ya que el dictador, de hecho, sustentaba todo el poder político.

El presidente Peynado (don Mozo), murió en marzo del 1940, asumiendo la jefatura simbólica del Estado el doctor Troncoso de la Concha, (don Pipí), persona de la entera confianza del dictador. El propio Trujillo calificaba a don Pipí como «un hombre sabio».

La guerra en Europa y en el Pacífico estaba en su apogeo. A finales del año 1941, surgió un movimiento cívico encabezado por el licenciado Manuel Arturo Peña Batlle, incorporado al gobierno como presidente de la Cámara de Diputados, después de ser desafecto a la dictadura por muchos años, que propugnaba por un regreso de Trujillo a la presidencia de forma inmediata. Como es natural, el movimiento tuvo gran aceptación nacional. El propio presidente Troncoso, en un discurso público apoyó la idea y ofreció renunciar a su alta investidura para dar paso a la propuesta. Ya para principios del año 1942, las adhesiones a la idea de Peña Batlle conformaban un verdadero plebiscito, lo que provocó en el mes de marzo de ese mismo año la designación de Trujillo como secretario de Guerra, cargo con vocación sucesoral de primer rango y tras la renuncia del presidente Troncoso, Trujillo asume la presidencia sólo tres meses antes de la celebración de las elecciones generales fijadas para el 16 de mayo de 1942.

Trujillo es candidato a sucederse así mismo. Se ha suprimido el cargo de vicepresidente y el período constitucional se amplía de cuatro a cinco años, mediante una reforma al vapor aprobada por las Cámaras Legislativas en tres días. El nuevo período da inicio el 16 de agosto de 1942, debiendo concluir en esa misma fecha del 1947. Los años de guerra, Trujillo gobierna sin mayores contratiempos. Su sumisión a los Estados Unidos es manifiesta. Había declarado la guerra a las potencias del Eje, luego del ataque japonés a Pear Harbor, y conseguido con esto la tranquilidad que daba el respaldo y consentimiento norteamericano a su gobierno.

Luego de concluido el conflicto bélico mundial, en octubre del 1945, el mapa de Europa cambió, y con él se esparció la nueva ideología, de renovación y esperanzas que se propiciaba desde la Unión Soviética. América y sobre todo Centroamérica y el Caribe se vieron influidos con la nueva doctrina que propiciaba en teoría un igualdad para todo ser humano.

El comunismo se esparcía por el nuevo continente como tabla redentora de los fracasos del capitalismo dominante. Trujillo autoconvertido en el adalid del anticomunismo, nadaba en aguas tormentosas tratando de hacer internamente el doble juego de una apertura democrática, exigida por las circunstancias políticas reinantes.

Al llegar el año 1947, Trujillo finge asimilar las nuevas corrientes democráticas que se vislumbran en el nuevo continente. Monta un burdo simulacro de apertura, da rienda suelta a grupos comunistas y consiente la gestión de sindicatos obreros.

Al mismo tiempo simula unas posibles elecciones con la participación de varios partidos políticos que a la postre resultan ser apéndices del partido único, Partido Dominicano. Así surgen las candidaturas del doctor Rafael Espaillat de la Mota, por el llamado Partido Nacional Democrático, y del periodista Francisco Prats Ramírez por el llamado Partido Laborista. El juego no sale del todo bien, algunos de los grupos participantes se toman las cosas en serio, creyendo realmente que se conseguiría alguna ganancia política que estimulara cambios reales, participan en un juego que el régimen sabe perfectamente cuál sería el resultado final. La Juventud Democrática, sale a la luz pública, la integran parte de lo más valioso de la juventud universitaria de la época. La chispa se extiende por todo el territorio nacional, y causa pánico en los sectores gubernamentales. Al mismo tiempo, el movimiento obrero toma cuerpo, los comunistas propagan sus ideas y métodos con peligrosa aparente libertad, las cosas parecen irse de la mano. Pronto el régimen se advierte comprometido en algo que puede llegar más lejos de lo previsto. Se toman las medidas pertinentes con la secuela de persecución y atropellos propios de la dictadura.

Todo vuelve a una aparente normalidad, la fuerza, se encarga de restablecer el orden impuesto por el amo del país. Pero la semilla conspirativa cobra nuevos bríos, será un período pródigo en conspiraciones y acciones contra Trujillo.

Rafael Leonidas Trujillo Molina, «Generalísimo de los Ejércitos, Benefactor de la Patria y primer ciudadano de la nación», toma posesión como presidente de la República, el 16 de agosto de 1947. Jura ante el presidente del Senado y de la Asamblea Nacional, doctor Manuel de Jesús Troncoso de la concha, a quien había sucedido meses antes en la primera magistratura del Estado. En su discurso inaugural de la ocasión, Trujillo destaca principalmente el avance del comunismo y la resolución de su gobierno de combatir esta ideología la cual define como «perniciosa» para la humanidad. Por igual, anuncia grandes proyectos de explotación minera y enfatiza su compromiso de mantener la dominicanidad como principio inquebrantable de su régimen.

Para éste que sería el último período presidencial de Trujillo, sus principales colaboradores siguen siendo los mismos de hace varios años. R. Paíno Pichardo, Arturo Despradel, Julio Vega Batlle, Víctor Garrido, Jesús María Troncoso, Rafael César Tolentino, Frank Parra, Manuel Arturo Peña Batlle, Telésforo R. Calderón, José Castellanos, José Ernesto García Aybar, Manuel A. Rabiou, Rafael F. Bonnelly, Temístocles Messina, Manuel de Moya Alonzo, Mario Abreu Penzo, Abelardo R. Nanita y Benjamín Uribe Macías, se turnan en los principales cargos públicos. Desde la presidencia del Partido Dominicano, Virgilio Alvarez Pina (don Cucho), continúa siendo el funcionario más influyente del momento. Como tal se mantendrá por dos años más. Los antiguos candidatos «opositores» Rafael Espaillat de la Mota y Francisco Prats Ramírez, son premiados en su lealtad. El primero ocupará varios importantes cargos en el servicio exterior antes de regresar al país para asumir por breve tiempo la secretaría de Salud y Asistencia Social. El segundo, ingresará en el listado de legisladores como diputado y más tarde se encargará de la dirección del diario oficialista La Nación.

En el transcurso de los primeros meses de este quinquenio dos nuevas figuras se incorporarán al gabinete de Trujillo. Ambas por su importancia futura en el escenario político es importante resaltar. Anselmo Paulino Alvarez es designado secretario de Estado de Interior y Policía mediante decreto del 1 de noviembre del 1947. En lo adelante se convertiría en la figura que más gravitaría en el régimen por los próximos siete años. Paulino será investido con el rango militar de Mayor General honorario y su gravitación será tan enorme que llegará a concentrar la mayor cantidad de poderes hasta entonces conocida dentro del régimen, después del propio Trujillo. Su influencia llegaría a penetrar dentro de la propia intimidad del Generalísimo, cosa ésta, que a la postre le costaría serios inconvenientes.

La otra figura que se inserta en las raíces del poder a partir del año 1948 es Joaquín Balaguer, traído del servicio exterior, donde ocupó varios cargos como jefe de misión en diferentes países del continente. Es nombrado secretario de Educación y Bellas Artes en diciembre del 1948. Desde ese momento se desempeñaría en varias posiciones del gabinete, llegando a ser vicepresidente de la República en 1957. A la muerte de Trujillo, Balaguer era el presidente titular de la República. Había ascendido a esa posición, luego de las sanciones impuestas al país en la Conferencia de Cancilleres de San José, Costa Rica, en 1960, tras el atentado contra el presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt.

Balaguer sería luego de la desaparición de Trujillo el político dominicano de mayor incidencia en la vida nacional.

El exilio anti-trujillista en el período 1947-52, se mantiene activo. Se prepara una gran invasión contra Trujillo con la participación de prominentes figuras de ese exilio. El general Juan Rodríguez García (Juancito) antiguo cacique político vegano, parece ser la cabeza principal de ese movimiento, que luego se conocería como «Cayo Confites». Se organiza este movimiento revolucionario bajo los auspicios del presidente cubano Grau San Martín, de Guatemala, Juan José Arévalo, y el presidente de la Junta Revolucionaria de Venezuela, Rómulo Betancourt. Como miembros de la Brigada Internacional para intentona de invasión se reclutaron numerosos miembros del exilio dominicano, así como también ciudadanos de diferentes países latinoamericanos y de los Estados Unidos. La invasión estaría destinada a un rotundo fracaso. Los tentáculos del gobernante dominicano llegaban muy lejos. La frustrada invasión abortó en tierra cubana y sus principales organizadores son entonces sometidos a constantes ataques por la prensa y radio dominicanas. Se inicia un proceso judicial en Ciudad Trujillo donde se saldrían condenados a la pena máxima de treinta años de trabajos públicos los principales líderes del exilio, Juancito Rodríguez, Angel Morales, Juan Bosch y Juan Isidro Jiménez Grullón. Por supuesto, ninguno de los condenados estará presente en el juicio.

Dos sucesos luctuosos habían ocurrido en ese período que se inicia con la toma de posesión de Trujillo en 1947. La tragedia de Río Verde, accidente aéreo donde fallecieron treinta personas entre las cuales se encontraban los integrantes del equipo de baseball de Santiago de los Caballeros. Esa tragedia enlutó toda la República y quedó grabada para siempre en el sentimiento más profundo de los ciudadanos. El luto también toco de forma personal a Trujillo y su familia con el suicidio a mediados del 1948, de su hermano Aníbal Julio Trujillo Molina. Río Verde ocurrió el 11 de enero de 1948.

El 19 de junio de 1949, se produce una nueva intentona de invasión, esta vez con algún éxito. Desde Guatemala, un grupo de dominicanos acompañados de otros ciudadanos de diferentes países del área, se lanzan a la aventura de una invasión aérea, equipados con aviones del tipo «Catalina» (anfibios). Solo uno llega a su destino en la costa norte de la República, en la bahía conocida como Luperón. Como en los anteriores intentos, la invasión termina con un final trágico para sus integrantes. El mando lo tiene Horacio Ornes yerno de Juancito Rodríguez y la conforman entre los dominicanos, José Rolando Martínez Bonilla, Tulio Arvelo y Miguel Feliú Arzeno. Participa también el nicaragüense José Córdoba Boniche. Los cinco sobrevivieron al ataque de las tropas regulares del Ejército y la Marina Dominicana. Dominicanos, incluyendo a Gugú Henríquez y de otras nacionalidades, perecieron en la invasión. Con el fracaso militar de Luperón, concluyó una etapa de acción militar del exilio dominicano, que duraría diez años, hasta la invasión de Constanza, Maimón y Estero Hondo. Trujillo proseguiría su mandato absoluto. Seguía navegando en aguas procelosas entre la constante presión del exilio y el nuevo ingrediente de la guerra fría.

Durante el quinquenio 1947-52, que sería el último de Rafael Leonidas Trujillo Molina como presidente titular de la República, hubo importantes logros en el aspecto económico. La pos-guerra favorecía las intenciones del gobernante de construir para sí un verdadero emporio azucarero. Con este propósito Trujillo adquiere la mayoría de los ingenios azucareros pertenecientes a empresas norteamericanas y construye el inmenso ingenio Río Haina, el mayor en su clase para ese entonces. La caña de azúcar se planta en grandes extensiones como principal rubro de nuestra economía agrícola. El emporio azucarero de Trujillo gravitó en nuestro sistema económico hasta muchos años después de su muerte. Los gobiernos que le sucedieron se encargaron, sin embargo, de destruir en gran parte aquella herencia legada al pueblo, con o sin intención por su régimen.

El cuarto y último período presidencial de Trujillo concluyó el 16 de agosto de 1952 con el ascenso a la primera magistratura del Estado de su hermano Héctor B. Trujillo (Negro), el menor de los Trujillo Molina y preferido del dictador. Negro, como los otros tres incumbentes de la presidencia durante los 31 años de duración del régimen, fue también presidente títere. La voluntad de su hermano estaba llamada a cumplirse de manera absoluta durante los nueve años más que duraría el período que los dominicanos conocimos como «la Era de Trujillo».

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