El proverbio chino

El proverbio chino

Hace muchos años que, por estar inventando, pusimos a los perros a cuidar la longaniza sin respetar que el olor de una buena longana frita vuelve loco a cualquiera.
El desaparecido amigo Iván Castellanos Díaz, hermano de Justico, colocó un papel donde estaba escrita esta frase: Cuando el policía va a pie, el maestro a caballo y el juez en coche, la nación está bien gobernada. (Segunda mitad de la década de 1950, Dirección General de Rentas década de 1950).
Era tal la sabiduría contenida en la frase, que la aprendí de memoria para siempre. Deja dicho que el policía va a pie porque no hay urgencias que atender, que la vida transcurre tranquila, plácida, que el maestro debe ir a caballo por consideración a la distancia que debe recorrer cuando imparte docencia en lugares alejados, que el Juez debe gozar de todos los privilegios y prerrogativas que adornan su posición de administrador sabio, leal, honrado, justo y equilibrado, de las leyes.
Es evidente que distamos mucho del reparto del poder que tiene el sabio consejo chino: la Policía carece de los medios para enfrentar el creciente y constante desarrollo de métodos tan sofisticados como los que disponen los delincuentes y criminales, que los maestros dejaron de ser el paradigma, el espejo, en el cual se ven los alumnos para seguir sus enseñanzas en las aulas y fuera de las aulas, que muchos jueces se quitaron las vendas, perdieron la vergüenza y enviaron la actuación ética y la conducta moral de vacaciones permanentes.
Para eso se quiere el Poder, para corromper, para desnaturalizar, para dañar, para maliciar, para retorcer la mentira hasta que tenga una apariencia de verdad. No es otra la causa profunda, fundamental, que nos acorrala, que subyace en el quehacer nacional y nos apantalla, nos entretiene como los títeres de una feria donde no hay motivos para reír, para aplaudir, para conmiserarnos de lo que muchos consideran mala suerte y otros entendemos que es falta de acción personal, individualizada, colectiva.
Es absolutamente falso que una persona, una familia, un pueblo, hayan sido condenados a vivir, mal a sufrir el infierno en la tierra, absolutamente falso. Lo que se requiere, en todo tiempo, en cualquier lugar y circunstancia, es que uno, su familia, su entorno, su pueblo, sepan qué quieren, cómo quieren vivir, cómo ven su presente y cómo pueden construir el futuro, para ello se requiere dejar los protagonismos individuales y decidirse, de una vez y por todas, a trabajar, a estudiar, a colaborar, a ser más solidarios. Mediante una bien estructurada y mejor ejecutada labor de zapa nos han sembrado la duda.
El imperativo de la hora es recobrar la confianza de unos en otros y comenzar a trabajar por el país.

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