Hace tiempo que el Presidente no ve a Leonel

Hace tiempo que el Presidente no ve a Leonel

EMIGDIO VALENZUELA MOQUETE
La fama y el dinero no cambian a nadie. Lo denuncian» (anónimo)
En el año 1995, cuando tanto el Dr. Leonel Fernández Reyna como yo ejercíamos la presión de abogados, otro colega muy apreciado y amigo común de ambos, el Dr. Rafael Rodríguez Lara, quien debía atender dos audiencias el mismo día, me solicitó en un pasillo del Palacio de Justicia de La Feria que lo representara en una de ellas que se celebraría por ante la Cámara Civil de la Primera Circunscripción del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional, para lo cual me dio las instrucciones procesales de lugar y a la vez me señaló que en esa audiencia, defendiendo intereses que coincidían con los nuestros, estaría el Dr. Leonel Fernández, que representaba una parte codemandada.

Cuando llegué al salón de audiencias le expliqué al Dr. Fernández las instrucciones que me había dado el Dr. Rodríguez Lara; pero a los fines de que variara esas instrucciones el primero me hizo un razonamiento que entendí procesalmente lógico y me adherí a sus sugerencias, no sin antes, con esa característica que es propia de nosotros los abogados, la desconfianza, decirle a manera de chanza, que esperaba que no me engañara. Efectivamente no resultó así y ganamos en esa instancia.

Ya en estrado, próxima a iniciarse la audiencia, el Dr. Fernández, me comentó brevemente, de colega a colega, las implicaciones de su inmersión en la política en desmedro de su ejercicio profesional, a causa de que el trajinar partidario y los avatares de esa actividad lo habían sustraído del ejercicio profesional pleno.

Suerte o destino. No lo sé. Lo cierto es que desde aquella ocasión hasta ahora ha llovido demasiado. Además de su esfuerzo ingente, al Dr. Leonel Fernández Reyna le ha acompañado y sonreído sobradamente la suerte más que a ningún otro dominicano, habiendo ascendido a la Presidencia de la República dos veces antes de cumplir los 50 años de edad. Sinceramente, repito como dijera el señor José María Aznar ex Presidente del Gobierno Español cuando recientemente vino a impartir una conferencia en el majestuoso edificio de Funglobe: «Al Presidente Fernández lo envidio sanamente».

A pesar de que andan juntos, el Presidente y Leonel se distanciaron desde aquel día en que en el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, en una extraña y sorpresiva simbiosis política, se a»abrazaron» las manos de Juan Bosch y de Joaquín Balaguer para sellar el «Frente Patriótico», acontecimiento que lo catapultó por primera vez a la Presidencia de la República.

Pese a que era un imberbe en política, Fernández, hombre de inteligencia ágil y versátil, percibió de inmediato que con esa acción se le daba el jaque mate y se cercenaba el escaso puritanismo que le quedaba a la política vernácula.

En mi particular percepción esa alianza sintetiza la expresión atribuida a Luis Spota, renombrado periodista mexicano, de que «La política y la moral no van juntas». Ese pacto evidenció esa realidad, y a partir de ahí todos los dominicanos de la noche a la mañana caímos en la cuenta de que entre los tres partidos mayoritarios del sistema no había diferencia alguna y sus decisiones no están avaladas en principios morales ni éticos sino en la conveniencia y el sentido de oportunidad que imponen el momento y las circunstancias.

A contar del episodio de ese acuerdo, los nobles principios de su líder y otrora mentor el Profesor Juan Bosch fueron echados al vacío y a su emblemática figura los peledeístas recurren a ella, sólo ocasionalmente, deformando por tiempo sus concepciones, con la que le endilga, entre otros el deleznable atributo de que era un antirreleccionista coyuntural.

Ya está muy lejos el Leonel de la audiencia. Lo transmutó la política. Ahora el Dr. Fernández es el Presidente y no le interesa ver al Leonel que antes era.

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