Hacen falta unos cuantos locos  

Hacen falta unos cuantos locos  

HAMLET HERMANN
Estoy disfrutando como nadie las locuras recientes del Director General de Aduanas, Miguel Cocco. Y digo locuras porque en este paraíso de la impunidad absoluta, entrarle a dos manos a los que están acostumbrados a violar la ley requiere de un alto nivel de insanidad mental. También necesita material colgante suficiente para resistir las recomendaciones y las sugerencias «de buena fe» que de seguro le harán quienes quieren que la cosa siga igual a como era antes.

El mérito de estas acciones de Miguel Cocco proviene de que el actual Director de Aduanas se atrevió a ponerle el cascabel al gato. En este país todos sabemos que los principales evasores de impuestos son los importadores de mercancías. ¿De qué otra manera va a vender alguien más barato que otro si tienen los mismos suplidores en un mundo globalizado de economía única? Las diferencias en precios en el mercado dominicano no son producto de la libre competencia en el capitalismo tardío que sufrimos. Son más bien evasiones descaradas y otras malas mañas que algunos importadores han diseñado para obtener mayores ganancias con menores esfuerzos. Tan evidente es el método de violentar las normas de Aduanas que en cursos y seminarios impartidos en la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) se ha usado como ejemplo de lavado de divisas, una de las empresas que ahora son denunciadas por Aduanas. De ahí que no sorprenda tanto que las autoridades de Estados Unidos se hayan interesado en participar en la investigación de este caso. Es importante que los gringos decidieran actuar de manera conjunta con los dominicanos para desenredar este ovillo porque así les reduce el margen de impunidad a los evasores.

Cuando a los ricos los sorprenden con las manos en la masa, vale decir, en delito flagrante, lo normal es que empiecen algunos influyentes mediadores a proponer negociaciones para salvar a los que acaban de cometer el delito. Si es a un pobre que acusan de robarse un pollo, primero lo trancan en una cárcel inmunda y luego botan la llave para que nunca salga de allí. Pero con los señores filantrópicos y caritativos de lo ajeno, llueven las peticiones de ciertos privilegios para que la ley nunca se cumpla. Esos bárbaros ni siquiera estarían dispuestos a pagar lo que debieron haber pagado tiempo atrás. Menos aún cubrir las multas que las leyes establecen para esas acciones delictuales. Y es ese tipo de actitudes, la de los intermediarios, el principal rastro que podría llevarnos a conocer la extensión de la asociación de malhechores que en los últimos años se convirtió la Dirección General de Aduanas.

En lo que no estamos de acuerdo con el Director de Aduanas es que eso que él se ha atrevido a combatir se le llame contrabando. Contrabando, por definición, es la introducción y venta clandestina de mercancías sometidas a derechos arancelarios sin pagar éstos. Pero en los casos develados en los días recientes ni la entrada al territorio nacional ni la venta de las mercancías han sido clandestinas. Todo lo contrario. Eso se hacía a la vista de todo el mundo que quisiera verlo porque las autoridades anteriores lo habían establecido como norma para poder cobrar un jugoso peaje. Así que no ha habido contrabando sino la conformación de una asociación de malhechores, funcionarios públicos y empresarios privados, confabulados para defraudar al Estado dominicano.

Por su parte, los funcionarios que permitieron o prohijaron esos enormes fraudes, ya por complicidad como por negligencia, de seguro buscarán la impunidad por el lado del alegato de la persecución política. No debía sorprendernos que los dos Directores anteriores de Aduanas aleguen que lo que Miguel Coco descubrió en base a su actitud insobornable, nunca ocurrió. Como si los dominicanos hubiéramos estado con los ojos cerrados durante cuatro años.

¡Ah, y por si acaso alguien trata de olvidarlo, las leyes dominicanas deben ser respetadas! Nada de negociación a espaldas de la ley utilizando mediadores influyentes en el gobierno o en los poderosos bufetes de abogados. Por suerte tenemos en el actual Director de Aduanas a una persona incorruptible. Si estoy tranquilo y confío en los resultados es porque estoy seguro de que Miguel Cocco no nos va a defraudar. Lo sé porque Miguel es terco como una mula vieja y orgulloso como un fanático de las Aguilas Cibaeñas. Ojalá no le pasen por encima.

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