«Hacer el amor con el tiempo»

«Hacer el amor con el tiempo»

“Cuando alguien se nos va, el mundo entero está vacío para nosotros”. Esta frase de la escritora estadounidense Joan Didion, es dicha de forma conmovedora por Meryl Streep, la noche de los Premios Oscar. Justamente faltaban minutos para mi cumpleaños, me dí cuenta que posiblemente recibía el primer regalo.

Joan Didion no hablaba únicamente de esa muerte de la que no volvemos, también hablaba de otras. No necesariamente alguien se tiene que ir de nosotros para sentir que todo está vacío. Algo se va de dentro de nosotros, a veces no sabemos ni que nombre ponerle pero sí podemos ver la diferencia entre un día y otro. Un día tenemos vitalidad, energía, entusiasmo y al día siguiente todo duele y queremos morir.

Todos buscamos algo que cierre esa llave que chorrea amargura. Pero eso que buscamos no se puede comprar.

Joan Didion, a través de la voz de Meryl Streep me trajo devuelta una de las mejores definiciones que he leído, sobre lo que es la Espiritualidad: “un proceso de constante integración». Esto significa que nuestro concepto de lo sagrado debe estar en permanente expansión, para permitir la inclusión de aspectos previamente excluidos de nosotros mismos, de los demás, y de la vida.

En dos palabras: flexibilidad y aceptación. Es importante esto: no importa quien fuiste o quien eres, todo cambiará, siempre. Podemos ver las mismas caras, calles, sentir el mismo calor o frío, pero nada es igual. Eso nos hiere, porque nuestros pensamientos y sentimientos muchas veces no coinciden con lo que ocurre afuera, nos llenamos de dudas y entonces perdemos, algo que no se puede recuperar: tiempo.

Vivimos en una sociedad que nos empuja en sentido opuesto al camino que probablemente nos dé un poco paz. Queremos controlar, poseer, forzar todo a una misma visión de la vida. Nos falta humildad, eso nos aísla y nos ciega, sin darnos cuenta. Entonces cuando volteamos la mirada, nos topamos de frente con las pérdidas esas pequeñas muertes que nos dejan un vacío. Hacemos de todo para recuperar lo que teníamos, nos desgastamos, porque ya no es posible. Todo cambió, irónicamente, tal vez, mientras estábamos distraídos haciendo algo que entendíamos podía asegurar que se mantuviera eso que teníamos.

Nadie está en la obligación de amarnos, ni siquiera nuestra propia madre. La forma más eficiente de sufrir y perder nuestro tiempo es forzando todo y a todos a que sean igual a nuestra idea. Por eso en mi cumpleaños me regalé permitirme integrarme con mi realidad y fluir, sin ideas previas de como deben ser las cosas, por una soberbia de creer que yo sé más que los demás.

 Todos los días pasarán cosas que quisiera cambiar pero no podré hacerlo, pero sí me amo lo suficiente podré responder con amor y a esta parte de mi vida le llamo “hacer el amor con el tiempo” que no es más que valorar mis días viviéndolos, no sobreviviendo y no se trata de soltar mis propósitos, se trata de soltar mis miedos. Namasté!

Publicaciones Relacionadas