Hacer política fiscal

Hacer política fiscal

El predominio de la política monetaria sobre la política fiscal es la tónica impuesta por la nueva política de metas de inflación. Ésta cree que basta tener la estructura adecuada de tasas de interés para lograr los objetivos de inflación baja estable y alto nivel de empleo (crecimiento). En esta configuración, la política fiscal queda en el aire y en el mejor de los casos debe obedecer a las metas de déficit presupuestal, superávit primario (lo anterior neto de intereses) y nivel de la deuda pública, que le dicta el programa de metas de inflación.

En el caso concreto de nuestro país, este experimento ha conducido a un crecimiento de baja calidad, con débil nivel de empleo formal y una expansión del empleo informal de baja productividad, alto déficit del sector externo y estancamiento de la capacidad de los sectores productivos (industria y agricultura).

El perfil del stock de activos financieros del sector privado y público que ha promovido dicha política apunta hacia una creciente fragilidad financiera de la economía.

Dicho perfil está conformado por un alto nivel de deuda pública por el Banco Central, creciente dolarización del sistema financiero y alto endeudamiento privado en moneda extranjera. Eso, combinado con tipo de cambio sobrevaluado y altas tasa de interés, apunta hacia un mayor riesgo sistémico.

Pero una política fiscal bien diseñada puede lograr los mismos objetivos macro-económicos de estabilidad de precios y alto nivel de empleo en el mediano plazo, sin causar los efectos negativos que genera la actual política monetaria. Lo primero es saber cuál es la correcta posición fiscal para la economía dominicana.

La posición fiscal es el nivel de gasto público real (neto de intereses) y de tasa de impuesto que corresponde al nivel de ingreso nacional real de pleno empleo. Cualquier nivel del gasto privado por debajo de dicho nivel de ingreso real, debe ser cubierto por el gasto público real.

Para evitar la restricción que impone al pleno empleo el desequilibrio externo, la meta del tipo de cambio debe ser aquel que en el mediano plazo logre un superávit comercial compatible con la meta de pleno empleo. Es muy probable que en el corto plazo el ajuste del tipo de cambio real hacia su nivel competitivo genere un salto inicial del nivel de precios. Pero si la planificación fiscal es consistente, y la configuración de la política monetaria no tiende a anularla (por ejemplo, vía subida de la tasa de interés), la inflación se estabilizará a un nivel bajo.

La planificación fiscal debe incluir un inventario de proyectos de inversión de prioridad social y económica, listos para entrar en ejecución cuando se requiera manejar el gasto público real al nivel de pleno empleo, lo cual dependerá de dos componentes de la demanda privada: las exportaciones y la inversión privada. Se asume que las exportaciones responden el tipo de cambio competitivo y que la inversión responde a una tasa de interés baja y un crecimiento positivo de demanda efectiva esperada.

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