Las cifras de República Dominicana como exportadora no llevan una marcha ascendente acorde a sus necesidades de divisas aunque disponga ahora de una diversidad de productos y destinos para su comercio. Es una economía con buen saldo en crecimiento e ingresos procedentes de la dinámica industria turística y el significativo aporte en alza de las remesas. En contraste con tan buenas señales está la insuficiencia de exportaciones para compensar lo extraordinario de las importaciones que, según registros aduanales, en cuatro años recientes fueron inferiores en 47 mil millones a lo exportado. Una balanza comercial de tal déficit obliga al país a revisarse en el tratamiento a áreas de producción calificadas y de vocación para acrecentar el acceso al exterior. China, valorada como opción promisoria para un mayor comercio, solo llenaría las expectativas si las industrias y el agro locales pueden competir ventajosamente con sus proveedores actuales.
Contra el objetivo de aprovechar oportunidades con el coloso asiático está la lentitud que por lustros acusa el crecimiento de las exportaciones por condiciones internas que desequilibran el intercambio comercial y dan motivos a reclamar cambios sustanciales en el funcionamiento de la economía para reducir costos y garantizar rentabilidad a sectores productivos, demandas de nuevas reglas del juego que no encuentran receptividad en el sector público.
Los banilejos a una sola voz
Una comunidad de la importancia del municipio cabecera de la provincia Peravia se encuentra visiblemente en el máximo nivel de preocupación por el azote del crimen relacionado con el narcotráfico; y sus voces más representativas, con el obispo Víctor Masalles a la cabeza, han expresado la decisión de recuperar la paz.
Baní se queja de la fragilidad de la justicia para dar respuesta a los delincuentes y reclama límites al expendio de bebidas alcohólicas y la circulación de motociclistas. Al enfocarse en las causas de delitos, los voceros de la comunidad banileja demandan más oportunidades de empleo y deportes para los jóvenes. Enfocan la marginación laboral y la falta de instalaciones para diversión sana como propiciadoras de inconductas, lo que cuestiona las prioridades del Gobierno al invertir con fines sociales.