¿Hacia dónde nos llevan?

¿Hacia dónde nos llevan?

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Hemos dicho entre amigos, que lo peor que le puede pasar a nuestro país sería que apareciera petróleo, si no lo creen, mirémonos en el espejo de Venezuela, de Ecuador y México, por citar sólo a estas naciones y observemos a Fi- nlandia, sólo tiene bosques y nieve, pero está en primer lugar en innovación tecnológica. Necesitamos incentivar una sociedad para el conocimiento y darnos cuenta que es necesario empujar la energía de los talentos humanos y olvidarnos por completo de los políticos y sus ventas de ilusiones irrealizables. Lo más importante ahora no son las elecciones, ni las cámaras legislativas o reformar la Constitución, ni mucho menos, ni lo que diga el FMI; lo más serio ahora mismo es la educación, la investigación y el aprendizaje. Todos debemos poner nuestro esfuerzo y nuestro tiempo en esas actividades y así llegaremos a ser un verdadero país. Aún estamos a tiempo para salvarlo. Hagamos el intento, que Dios nos premiará, porque “como nos enseña la Historia, el poder no se pierde cuando la gente comienza a disparar sino cuando la gente duda”.

Ahora los que están disfrutando del poder casi absoluto, por falta de una verdadera oposición ya totalmente desgastada, nos llevan a la instalación a destiempo del circo electoral, ya hasta los payasos salieron al ruedo y los trapecistas y los maromeros también están en acción, pero estos casos que parecen naturales en nuestros políticos de farándula, no son más que distracciones anunciadas por las marionetas que acompañan a los aspirantes, que ya se creen triunfadores de un proceso electoral a distancia de dos años por transcurrir y olvidan que el poder se desgasta cuando hace esos desplantes.

Los políticos, tanto del sector oficial como los que se titulan de la oposición, parece que no le interesa su país. La conducta que vienen observando desde hace años es de indiferencia y desprecio hacia la gran mayoría de los ciudadanos y olvidan que el poder es transitorio y las masas por pacíficas que parezcan, el día menos pensado se lanzan a las calles y la destrucción resulta inevitable. Ejemplos en el país han sido varios y la Historia Universal está llena de ese tipo de episodios. ¡Cuídense!

 

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