¿Hacia dónde vamos?

¿Hacia dónde vamos?

Es importante rescatar del olvido la memoria histórica de cualquier país, para lo cual es necesario iniciar un viaje hasta las profundidades de los años, para que los hombres y mujeres quienes en alguna forma participaron como simples peones, hasta los más intrépidos y aguerridos generales que lucharon para obtener la libertad o arrebatársela a los tiranos  que oprimieron los pueblos.

Todos valen por igual, el soldado que perdió su vida en el campo de batalla hasta el gran general que dirigió las tropas, o aquel que a través de la prensa o como simple ciudadano lanzó sus ideas al viento para alentar a los más tímidos. Todos valen igual, o los de izquierdas o derechas. Y todos tienen que ser reconocidos. Hay que tener y dispensar gratitud, porque las palabras no se las lleva el viento, están siempre llenas de sentidos y el fusil relampagueante, porque esa es su forma de expresar sus sentimientos. No comprenden  esas aptitudes de los hombres y mujeres de cualquier país, significa ausencia de talla política en quien lo hace, ya que política es todo, y es un puente de trabajo en beneficio de todos los ciudadanos.

La memoria histórica de los pueblos  nos enseña que la democracia entre los partidos que la integran no deben existir enemigos sino adversarios, porque todos en algún momento coincidimos en transitar por los mismos caminos, buscando satisfacer un ideal. Las polémicas que se están viviendo en nuestra selva política son complejas; por una parte se olvida la historia reciente que hemos vivido y por otra se copian cosas y actitudes de otras naciones, todo en busca de copiar el pasado y sin avanzar en el presente. Parece como si estuviéramos en el siglo XVIII o XIX y no en el siglo XX1. Qué pena que se olvide la memoria histórica del país en un afán de perpetuarse y sin embargo se olvida qué les pasó a Pedro Santana, Buenaventura Báez, Ramón Cáceres, a Lilis  y por último a Trujillo.

Los mejores ciudadanos no los conocemos todavía, salvo a Duarte, Sánchez, Mella  y Luperón. ¡Cuándo aprenderemos o comenzarán los políticos a estudiar historia y saber usarla! ¡Nunca! O serán nuestros biznietos los que enseñarán cómo se forjan los pueblos civilizados.

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