¿Hacia dónde vamos?

¿Hacia dónde vamos?

El Secretario de Economía, Planificación y Desarrollo, ingeniero Juan Temístocles Montás, publicó recientemente el libro titulado “Hacia dónde vamos: Reflexiones sobre el desarrollo dominicano”.

Es una obra sólida, con fundamento empírico, reflexiones teóricas, lecciones aprendidas y recomendaciones para alcanzar el desarrollo.

Enhorabuena, sobre todo, porque el libro proviene de un prominente funcionario y dirigente del partido gobernante, con capacidad de incidir en la formulación y ejecución de las políticas públicas.

No alcanza este artículo para comentar los diversos temas tratados en 12 capítulos, entre ellos la crisis bancaria, el crecimiento de República Dominicana y Haití, la cohesión social dominicana, la modernización democrática, las reformas económicas en América Latina, el impacto del petróleo en la economía dominicana y el DR-CAFTA.

Sólo comentaré dos puntos: la vulnerabilidad de la economía dominicana y sobre quién recae la principal responsabilidad de enderezarla.

Como bien señala Montás, el destino económico de la República Dominicana es una conjunción de políticas domésticas y contextos internacionales. Por ejemplo, el alza continua de los precios del petróleo produce actualmente un desbalance en la economía dominicana.

Ahora bien, el país tiene un escaso impacto, o muchas veces ninguno, en los factores que determinan el comportamiento de la economía mundial, por lo cual, las políticas domésticas son cruciales.

Esta debilidad y vulnerabilidad en el contexto internacional obliga a que los gobiernos dominicanos sean eficaces y previsores. Pero la historia dominicana muestra que los gobiernos no son ni una cosa ni la otra.

Esto aumenta la vulnerabilidad en el sistema económico y político, que transita repetidamente por ciclos de corta estabilidad, para luego enfrentar nuevas crisis empobrecedoras.

¿A quién culpar? En el inicio del capítulo 2, Montás acude a una cita de Adriano Miguel Tejada, director de Diario Libre, para señalar la responsabilidad de la ciudadanía. Según Tejada: “El criollo vive el hoy, es cortoplacista. No mira más allá del fin de semana que viene, porque no sabemos lo que va a pasar.”

Más adelante, en el mismo capítulo 2, Montás recurre a Douglas North, para resaltar la importancia de las instituciones que establecen las reglas de conducta a los agentes sociales.

Hay instituciones formales, como la Constitución, las leyes y regulaciones; e informales, como los valores y normas de conducta que guían a las personas.

Según Montás, diferenciar instituciones formales e informales es importante porque, para lograr el desarrollo, no es suficiente cambiar las formales; hay que cambiar también las informales.

Este planteamiento es correcto. Sin embargo, hay que agregar que será muy difícil cambiar el comportamiento de la población si el gobierno no da el ejemplo.

El cortoplacismo de los dominicanos no se hereda biológicamente, sino de la experiencia socio-política.

Cuando la ciudadanía percibe que los gobernantes violan las leyes y que los funcionarios se enriquecen alegremente en el poder, es difícil que piense en la prosperidad como resultado del esfuerzo personal planificado y sistemático.

Por otro lado, cuando la gente observa que muchos empresarios se enriquecen sin pagar impuestos, no hay calidad moral para pedirle sacrificios con más impuestos. Tampoco cuando unos cuantos empresarios quiebran bancos y quedan millonarios.

En el período 1996-2000, el PLD inició un programa de adecentamiento y fortalecimiento institucional que, lamentablemente, abandonó cuando regresó al poder en el 2004.

La actual gestión de gobierno se ha caracterizado por una ampliación del clientelismo, para incorporar a la administración pública muchas personas de todas las tendencias políticas, que buscan fundamentalmente beneficio personal.

Por ese camino, el PLD reproduce un sistema donde reina el cortoplacismo, el desfalco, el abuso, la falta de solidaridad y de cohesión social.

Este trillo es muy conocido porque la República Dominicana siempre lo ha transitado.

Así no llegaremos al desarrollo, sino que quedaremos estancados, y posiblemente retrocederemos.

¿Puede el PLD pensar en un nuevo estilo de gobernar, más transparente y solidario, ante los problemas económicos que enfrentamos y las necesidades crecientes de la población de mejorar sus condiciones de vida?

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