A los grandes hombres se les rinde homenaje. Por servicios patrióticos, por una labor humanitaria y social, por un aporte creativo admirable, dependiendo de su carrera y de las circunstancias, ellos reciben el reconocimiento de la comunidad.
El maestro Ramón Oviedo es una gloria nacional e internacional del arte y su pintura ha tenido una significación histórica, públicamente reconocida.
Es el único pintor dominicano que fue declarado oficialmente “Maestro ilustre de la Pintura dominicana” por la Cámara de Diputados, mientras el Senado de la República agradeció al artista “por sus aportes en el ámbito del arte y cultura social de la República Dominicana y por su intachable vida de hombre de bien y ciudadano ejemplar”.
La pintura de Oviedo es, en imágenes, la mayor enseñanza de la historia local y universal, la más contundente interpretación imaginaria de los eventos sociopolíticos que se haya dado en la plástica dominicana.
En sus dibujos, pinturas o grabados, los conceptos generan energías creativas que se convierten en obras.
El hombre de ideas e íntima convicción se funde con el dueño de un probablemente inigualado oficio, ejercido en casi 60 años. Celebrar el centenario del nacimiento de Ramón Oviedo, de un modo a la vez emotivo y espectacular, es solamente rendirle justicia, sintiendo el orgullo y la alegría de tenerle como persona y personalidad genial.
2024, Año de Ramón Oviedo
Ramón Oviedo nació en Barahona, el 7 de febrero 1924.
Un error de la Oficialía del Estado Civil que le había rejuvenecido tres años, se corrigió, y el 2024 celebrará su centenario. Sin embargo, ya los homenajes han empezado: la Universidad Autónoma de Santo Domingo y su Facultad de Artes Visuales dedicaron, a principios de noviembre, el IX Congreso Internacional de Artes Visuales a Ramón Oviedo.
Que nos permitan una muy breve semblanza del maestro, que simplemente recuerda la inmensidad de su arte, su carrera sobresaliente y honores que le tributaron en vida.
Se formó, trabajando e investigando, estudiando y esmerándose durante muchos años, en cartografía, diseño y publicidad, oficios que le dieron el dominio supremo de la línea y el trazo, los contornos y las proporciones.
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En 1963 solamente, celebró su primera exposición individual. Desde entonces, su carrera ascendió aceleradamente, hasta convertirse en el artista de mayores inquietudes renovadoras y polifacéticas en pintura, en una incomparable proyección continental y europea, con la mayor cantidad de monografías escritas sobre un artista dominicano.
Premios nacionales, festivales, invitaciones especiales, murales en la OEA y la UNESCO, primeras retrospectivas, condecoraciones, todas esas distinciones le alcanzaban en medio del trabajo encarnizado en el taller.
Cada exposición de Ramón Oviedo se saludaba, aclamando a este singular hijo de Barahona.
Obsesivamente, él producía pinturas, cuadros de caballete y murales, dibujos, carteles, ilustraciones, serigrafías, hasta esculturas.
La XXV Bienal Nacional de Artes Visuales se le dedicó con una muestra antológica impresionante. Hacía falta en su palmarés el Premio Nacional de Artes Plásticas: galardonado para el 2013, se le confirió en el 2014.
Una fecha para la historia –aunque tardía-, una entrega acompañada por el júbilo unánime.
El 12 de julio de 2015, el corazón de Ramón Oviedo cedió ante la eternidad. Su última obra fue pintar al maestro carnavalesco Juampa para el libro de Mariano Hernández.
Conclusión
Ramón Oviedo interpreta la condición humana, desde una voz introspectiva, apelando al destino. Su pintura denuncia la injusticia, la violencia, la crisis de los valores.
Con humor y pasión, puso en evidencia los peligros que aquejan el presente y el futuro de la humanidad, pero al mismo tiempo alegoriza las gestas y el heroísmo. La pintura de Oviedo es, en imágenes, la mayor enseñanza de la historia, local y universal, la más contundente versión imaginaria de los eventos sociopolíticos, que se hayan expresado en la plástica dominicana.
¡El 2024 será el Año Oviedo!