Hacia la parálisis del sistema político norteamericano

Hacia la parálisis del sistema político norteamericano

El Presidente Obama inició su mandato con una tasa de aprobación de 61% y un rechazo apenas de 30%. En ese momento, los demócratas tenían 18 senadores y 77 congresistas más que los republicanos. Obama tomó acciones decisivas que evitaron un colapso económico: un estímulo fiscal de 800 billones de dólares y una acción casi tres veces mayor de parte del Banco Central Norteamericano (2,800 billones de dólares) que impidió la destrucción del sistema financiero. Sin embargo, cometió varios errores políticos que pudo evitar si hubiera seguido los exitosos pasos del  presidente Franklyn Roosevelt en una situación similar durante la Gran Depresión del 1932.

¿Cuáles fueron las diferencias entre las medidas tomadas por Obama y por Roosevelt?

1. Debido a la gravedad de la crisis heredada, Obama, distinto a Roosevelt, no le exigió a los norteamericanos por lo menos tres años para que se notara la mejoría.

2. Roosevelt creó una comisión de la verdad (la comisión Pecora) que no le dio tregua a los republicanos. Obama, por más de un año, se mantuvo extremadamente pasivo, mientras los republicanos le propinaban terribles ataques (y con mayor fuerza la ultraderecha), quienes le adjudicaban una imagen de ultra liberal (en un país centrista), también lo calificaban de gastador e inepto.

3. Gastó, en el primer año, gran parte de su capital político en la aprobación del programa de salud que, aunque muy importante, tenía siempre que mantener como prioridad las medidas económicas para crear mayor crecimiento económico y empleos.          

Obama logró, en menos de un año, que la economía volviera a crecer, aunque de una manera muy modesta (2.5% por año, comparado con la media histórica 1998-2007- de 4%) como era de esperarse dado la drasticidad de la crisis. Como consecuencia, el desempleo está muy alto (9.6%) y la crisis devastó el precio de la vivienda que es el principal activo de los norteamericanos, quienes han perdido 9% de sus viviendas, y el precio de la hipoteca es mayor que el precio de la vivienda en un 21% de sus viviendas.

Esta situación ha provocado una enorme ansiedad y miedo, estado aprovechado, ante la inercia de los demócratas, por los republicanos y, en gran medida, por la ultraderecha norteamericana, quienes han acusado reiteradamente a Obama de querer implantar en Estados Unidos una especie de socialismo europeo y de que está llevando al país a la bancarrota, fundamentándose en el hecho de tener dos déficits sucesivos de un trillón de dólares; que son el inevitable resultado de una gran recesión económica y financiera.

Esta campaña ha dado resultado. La tasa de aprobación de Obama ha bajado de un pico de 61% a 46% en 18 meses, mientras que la de rechazo ha subido de un 30% a un 47%. Por otro lado, la tasa de rechazo del Congreso ha llegado a un tope histórico de 72%. Esto ayuda enormemente al partido de oposición, aunque ambos partidos tienen una tasa de rechazo alta.

Es virtualmente seguro que los republicanos ganarán más de 38 escaños  (quizás 50) para tomar el control del Congreso (equivalente a la Cámara de Diputados) y las encuestas proyectan un 35% de posibilidad de que empaten o ganen por la mínima el Senado.

¿Cuáles serían los efectos si esta situación ocurre?

1. La derechización, con un contenido minoritario pero importante de ultraderecha, del sistema político norteamericano con todas las consecuencias que eso significa.

2. Un grado alto de parálisis política  precisamente en un momento en que los Estados Unidos están obligados a tomar medidas heroicas para enfrentar el alto desempleo estructural, la grave crisis de la vivienda, el enorme déficit presupuestal y el extraordinario déficit comercial. Esta situación adquiere mucho más relevancia debido a que estamos en medio de una economía mundial con grandes incertidumbres que demanda un liderazgo político fuerte para vigorizar el crecimiento anémico de las economías desarrolladas y para desactivar la incipiente guerra de manipulación de las monedas con fines mercantilista, que de no detenerse podría causar una oleada de proteccionismo.

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