Hacia lo alto
Dejarse guiar por Jesús 

<STRONG>Hacia lo alto<BR></STRONG>Dejarse guiar por Jesús 

San Agustín expone que la testarudez del hombre consiste en empecinarse en dirigir su vida sin tomar en cuenta a Dios, hecho que califica como soberbia. Y es que para este gran doctor de la Iglesia, el principio de todo pecado es la soberbia, que siempre hace su voluntad mientras la humildad hace la voluntad de Dios. Abunda diciendo que debemos imitar a Jesús quien dijo e hizo: “No he venido a hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”.

A continuación comparto un bello mensaje que me enviaron: “Al principio veía a Dios como el que me observaba, como un juez que llevaba cuenta de lo que hacía mal.

Era como un presidente, reconocía su foto cuando la veía, pero realmente no lo conocía. Pero luego reconocí a mi Poder Superior, parecía como si la vida fuera un viaje en bicicleta, pero era una bici de dos, y noté que Dios viajaba atrás y me ayudaba a pedalear.

No sé cuándo sucedió, no me di cuenta cuándo fue que Él sugirió que cambiáramos lugares, pero mi vida no ha sido la misma desde entonces… mi vida con Dios es muy emocionante. Cuando yo tenía el control, yo sabía a dónde iba.

Era un tanto aburrido pero predecible. Pero cuando Él tomó el liderazgo, Él conocía otros caminos,  hermosos, por las montañas, a través de lugares con paisajes, velocidades increíbles.

Lo único que podía hacer era sostenerme. Él sólo me decía  !Pedalea! Me preocupaba y ansiosamente le preguntaba, “¿A dónde me llevas?”. Él sólo sonreía y no me contestaba, así que comencé a confiar en Él.

Me olvidé de mi aburrida vida y comencé una aventura y, cuando yo decía “estoy asustada”, Él se inclinaba un poco para atrás y tocaba mi mano.

Él me llevó a conocer gente con dones, dones de sanidad y aceptación, de gozo. Ellos me dieron esos dones para llevarlos en mi viaje.

Nuestro viaje, de Dios y mío. Y allá íbamos otra vez. Él me dijo “Comparte estos dones, dálos a la gente, son sobrepeso, mucho peso extra”.

 Y así lo hice, a la gente que conocimos, encontré que en el dar yo recibía y mi carga era ligera. No confié mucho en Él al principio, en darle control de mi vida. Pensé que la echaría a perder, pero Él conocía cosas que yo no, acerca de andar en bici, secretos. Él sabía cómo doblar para dar vueltas cerradas, brincar para librar obstáculos llenos de piedras, inclusive volar para evitar horribles caminos. Y ahora estoy aprendiendo a callar y pedalear por los más extraños lugares y estoy aprendiendo a disfrutar de la vista y de la suave brisa en mi cara y, sobre todo, de la increíble y deliciosa compañía de mi Dios. Y cuando estoy seguro de que ya no puedo más, Él sólo sonríe y me dice ¡pedalea!

Les recordamos que  hoy, la arquidiócesis de Santo Domingo invita a la ya tradicional Caminata Mariana.

El punto de partida será el Colegio Loyola a las 3:00 de la tarde, desde donde todos, entre cánticos y oraciones, caminaremos hasta la Plaza España donde habrá la celebración de la santa misa.

¡María Misionera, llévanos a Jesús!

Publicaciones Relacionadas