HACIA LO ALTO
Epifanía, manifestación del Señor

<STRONG>HACIA LO ALTO</STRONG><BR>Epifanía, manifestación del Señor

Epifanía significa “manifestación”.  Es decir, que Jesús se da a conocer.

Aunque Jesús se dio a conocer en diferentes momentos ante diferentes personas, la Iglesia celebra como epifanía tres eventos: Su Epifanía ante los Reyes de Oriente, que a su vez hace referencia a la manifestación de  los paganos.

Su Epifanía en el Bautismo del Señor,  manifestación a los judíos por medio de San Juan Bautista.

Su Epifanía de las Bodas de Caná, manifestación a sus discípulos y comienzo de su vida pública por intercesión de su madre María.

El próximo 6 de enero, la Iglesia celebra la Epifanía ante los Reyes de Oriente. Aquellos que guiados por una estrella, siguieron su fulgor, recorriendo un largo camino, no libre de vicisitudes, hasta encontrarle y postrar toda su grandeza ante la majestad de la humildad de Dios, creador del mundo, contenido en la fragilidad de un pesebre.

Fueron Santos porque cuando le vieron, le reconocieron, se postraron ante Él y le adoraron.

Un detalle a ser observado por nosotros es el cambio de ruta que hicieron estos reyes, una vez que le vieron, conocieron y adoraron a Jesús. Este cambio de ruta es simbólico ya que el resultado del mismo fue el cambio de sus vidas. También a nosotros se nos proclama la gloria de Dios. También a nosotros se nos manifiesta. Nos compete a cada uno decidir si le seguimos, le reconocemos, nos postramos y lo adoramos.

Tengamos una fe como la de los Reyes de Oriente.

Como bien dice de ésta, San José María de Balaguer: “La convicción de que ni el desierto, ni las tempestades, ni la tranquilidad de los oasis nos impedirán llegar a la meta del Belén eterno, la vida definitiva con Dios”.

También estamos celebrando la llegada del 2010.

Un nuevo año que debemos acariciar con renovadas esperanzas porque nos ha nacido y también se nos presenta de múltiples formas, el Salvador.

Presentémosle al Señor este tiempo. Descubramos cuáles son sus propósitos en nuestras vidas.

Solicitemos de Él la ayuda necesaria para cumplirlos y por qué no disfrutemos nuestro camino como en aquel tiempo lo hicieron los Sabios de Oriente. Y es que hay quienes olvidan que la felicidad no es solamente llegar a la meta; la felicidad abarca también el proceso de alcanzarla, reconociendo que hacia ella no vamos solos si invitamos a Jesús en esta tarea. Y es que la esencia de nuestra vida es reconocer que nuestra meta es Él y nuestra recompensa también, cuando llegue el día en que le encontremos cara a cara.

Por tanto, pidámosle a Él en estos días, su luz y fuerza para lograrlo.

Mis queridos lectores solo me resta desearle un feliz 2010 y que la misericordia de Dios sea derramada sobre el pueblo dominicano.

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