Hacia lo alto
La manifestación del Señor

<STRONG>Hacia lo alto<BR></STRONG>La manifestación del Señor

El valor máximo es la vida y en la fiesta que se aproxima, la Epifanía, celebraremos el valor supremo, conocer, reconocer, honrar, y seguir a Jesucristo, Rey de Reyes, Señor de Señores como una vez hace poco más de 2000 años nos precedieron  los sabios de Oriente.

Así como estos encumbrados y potentados señores optaron decididos de rendir honor al Dios encarnado en un frágil bebe, el Emmanuelle,  tesoro oculto en la sencillez de una cueva del poblado de Belén, nosotros hemos de encontrarle en cada ser humano, no importando su condición ya sea pobre o rica, porque todos somos pobres ante Dios.

Jesús en edad adulta predicó bien claro.

Su misión fue amar a todos y enseñarnos a hacer el bien. Servir en todo momento. Decía de sí mismo ser el Hijo del Hombre. Perdonar, perdonarnos incluso desde su muerte en cruz por nosotros fue, es y será su máxima lección de amor. Anunciar su Reino. Reino que podemos vivir ya desde este mundo.

Ya estamos en el 2009. Se vaticina la continuación y agudización de la crisis que nos golpea desde el pasado año. Y nosotros los cristianos, ¿que actitud habremos de tener frente a los posibles obstáculos que nos salgan al encuentro? ¿Derrotismo? ¿Fatalidad? ¿Angustia? ¡Jamás! El cristiano esta iluminado por la luz de Cristo que nos invita a ser portadores de la esperanza. Debemos ocuparnos en lugar de preocuparnos. Contar con Dios.  El Dios de Jesucristo. Jesucristo mismo. El Emmanuelle. Dios con nosotros. Dios en nosotros.

Solo vivir en el amor de Dios podrá derrumbar los desastres que los pesimistas auguran.

Hemos de abanderarnos con la solidaridad, con la fraternidad y llegar a decir de corazón como San Pablo: Todo lo pudo en Aquel que me conforta.

Una vez más es oportuno recordar la bella frase que utilizó su Santidad Juan Pablo II en ocasión de asumir su pontificado, vislumbrando los males que amenazarían los nuevos tiempos y que son válidas en la actualidad: ¡no tengan miedo!

Y la bella promesa de la palabra de Dios: todo obra para bien de los que aman al   Señor.

¡Bienvenido sea 2009!

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