Hacia lo alto
La rama en el árbol y ustedes en mí

<STRONG>Hacia lo alto<BR></STRONG>La rama en el árbol y ustedes en mí

Un técnico de una prestigiosa firma automovilística alemana le comentaba a un amigo: -los dominicanos llegan a ser excelentes mecánicos, pero tienen un defecto: descuidan el mantenimiento.—

Dejemos las causas de este fenómeno para otro día, de hecho, muchos caribeños somos excelentes iniciadores y malos continuadores. El pésimo estado de nuestras carreteras, se debe en gran medida a las aguas. En este país tropical, ¡se descuidan las cunetas y los drenajes! Se gastan millones en construir y reparar las vías públicas y se permite que el pésimo manejo de la basura y la exuberante vegetación, tapen alegremente los drenajes, la clave de la vida útil de nuestras vías públicas. Cualquiera corta una cinta inaugurando una carretera, mantenerla, exige permanecer interesados en ella.

En el Evangelio de hoy, Juan 15, 1 – 8, Jesús nos llama a permanecer junto a Él. No se trata de empezar a  entusiasmarse con Jesús de Nazaret en un cursillo, y luego no volver a ocuparse de Él, hasta que la hija mayor, que se va a confirmar, empiece a tirarnos busca piés a la hora de almorzar.

Jesús da varios motivos para permanecer en él. Primero,  la integridad y la limpieza de nuestra vida moral. Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive. Mucha gente que se crió católica, vive durante años sin ninguna referencia a la Palabra y la Comunidad de Jesús. Vive entre amigos simpáticos y con criterios tolerantes hacia la infidelidad y el robo. ¿En qué parará nuestro amigo? Una planta eléctrica que se respete, no funciona sin filtro. Mucha gente que no permanece en Cristo, ¡no filtra!

Jesús da un segundo motivo para permanecer en él: si no permanecen en mí no pueden dar fruto. La falta de impacto político de nuestro cristianismo revela nuestra débil vinculación con el Cristo.

Finalmente, Jesús motiva la permanencia en él, afirmando: “Si permanecen en mí, y mis palabras en ustedes, pidan lo que deseen, y se realizará”.  No se trata de un truco mágico, sino la permanencia en Cristo que nos pone a desear como Él desea.

Una rama de mango cortada, se seca y luego la queman. Una rama en el mango, tendrá flores y frutros sabrosos. Como la rama en el árbol, nos toca permanecer en Cristo.

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