HACIA LO ALTO
Un llamado a la paz y armonía

<STRONG>HACIA LO ALTO<BR></STRONG>Un llamado a la paz y armonía

Leonor María  Asilis E.
Leonor.Asilis@codetel.net.do 
A pesar de que al escribir estas letras,  las elecciones  aún no se han celebrado, nos ubicamos en el día de la publicación de este artículo:  domingo, día del Señor.

El Señor, nuestro Salvador, nos llama a la paz y la armonía.

En nuestra nación recordamos tiempos post electorales  en que, por desgracia, se vivieron momentos de tensión e incluso de violencia.

Hoy día nuestro pueblo ha madurado y ha de mantener un clima de paz y armonía para el bienestar de todos.

Es nuestro deber, y más en estos momentos, tomar una clara dimensión de quiénes somos y dónde estamos,  y respetemos la voluntad del pueblo, quien ha decidido a quién quiere para dirigir nuestro destino nacional en este nuevo periodo.

Es preciso que nos unamos como una verdadera familia que somos, la de los dominicanos,  y construyamos juntos el camino de la justicia, la paz y el progreso.

Construir la paz es un compromiso de todos. Valoremos nuestra identidad como nación, sobre todo nuestra fe, sellada indeleblemente en nuestro escudo: Dios, Patria y Libertad, y trabajemos juntos en esta nueva etapa de nuestra historia para avanzar sin retroceso hacia una República Dominicana destinada a ser luz entre las naciones por la calidad humana de nuestra gente y la solidaridad que nos caracteriza.

Pidamos a María, Reina de la Paz y Madre nuestra, doblemente venerada por los dominicanos bajo la advocación de la Altagracia y las Mercedes,  que nos cobije bajo su manto e interceda ante su Hijo por nosotros y nos preserve en el amor y la unidad.

Y con San Francisco de Asís oremos para ser instrumentos de paz.

Oh, Señor,  hazme un instrumento de Tu paz.

Donde hay odio, que lleve yo el amor.

Donde haya ofensa, que lleve yo el perdón.

Donde haya discordia, que lleve yo la unión.

Donde haya duda, que lleve yo la fe.

Donde haya error, que lleve yo la verdad.

Donde haya desesperación, que lleve yo la alegría.

Donde haya tinieblas, que lleve yo la  luz.

Oh,  Maestro, haz que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar; ser comprendido, sino comprender; ser amado, como amar.

Porque es dando que se recibe;

Perdonando, que se es perdonado;

Muriendo, que se resucita a la

Vida eterna.

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