Hacia un intento de radiografía

Hacia un intento de radiografía

Mucho se ha hablado y escrito acerca de la vida dominicana, sobre su accidentado desarrollo y las condiciones sociales y económicas de su gente.

Nadie osará desconocer que el país ha transitado caminos empedrados, situaciones extremadamente difíciles, cambios bruscos, atropellos y calamidades naturales, que han frenado sus posibilidades de progreso.

Los saqueos al patrimonio público, las malas acciones de ineficientes administraciones han castrado las esperanzas de bienestar de una parte importante de la población, y la desatención oficial extrema las condiciones de comunidades carentes de todo.

El sistema educativo, los programas de salud y asistencia social se han mantenido por largos años casi en el olvido; poblaciones completas adolecen de sistemas sanitarios y de agua potable, transporte seguro y confiable, así como fuentes de trabajo.

El panorama no puede resultar más desalentador, por lo que la gente cae en la desesperanza, y entonces huye.

Ese cuadro desgarrador crea las condiciones para que muchos tomen como norte el escape, al amparo de temerarias aventuras.

Hombres y mujeres, deslumbrados por el espejismo y la ficción, abandonan la tierra en procura de sueños prometidos y, la mayoría de las veces, inalcanzables.

Se dice que el hambre, la miseria y las desilusiones son malas consejeras.

A las válidas razones antecedentes, entiendo, obedecen los frecuentes casos y situaciones censurables en que se ven envueltos criollos, tanto en el país como en suelo extranjero. Es como para llevarnos a la reflexión.

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