Hacia una política monetaria más flexible

Hacia una política monetaria más flexible

Una de las causas de la preservación de un escenario de crecimiento con estabilidad en esta administración lo ha sido la coordinación entre la política monetaria y la fiscal; muy especialmente porque la Administración Monetaria y Financiera ha sabido actuar con antelación, cuando ha sido necesario aplicar una política monetaria restrictiva, como lo fue en 2008, o cuando fue necesario flexibilizarla en 2009.

En 2008 se produjo el más grave choque mundial de los precios, y frente a un aumento  del déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos, con el crédito de los bancos creciendo a una tasa anualizada de 28.5% y una política fiscal expansiva, las autoridades del Banco Central actuaron desde febrero de ese año elevando la tasa de política monetaria de 7% a 9%, posteriormente se elevó a 9.5%; se sacrificaron reservas para financiar el déficit y simultáneamente reducir el circulante, y otras medidas relativas al encaje de los bancos múltiples. Gracias a esa política monetaria restrictiva y al desplome mundial de los precios, a raíz del colapso del banco de Inversión Lehman Brothers, ese 2008 concluyó con una inflación de apenas 4.52% y la economía creció 5.3%.

En 2009 cambia el panorama, los precios mundiales se desploman por efecto de una economía global que había entrado en recesión, y frente a las restricciones de la política fiscal de aplicar los estímulos recomendados por el FMI y el G-20, por la inexistencia de un acuerdo con el FMI que diera luz verde al ingreso de recursos externos, entonces la política monetaria desde inicios de ese año cambió a una postura más flexible, para así actuar de forma contra-cíclica y estimular la demanda agregada, vía el aumento del crédito a más bajas tasas de interés.

En ese año la tasa de política (el overnight que se paga a las entidades de intermediación financiera por sus depósitos de cortísimo plazo en el BC) fue reducido gradualmente desde 9.5%  en enero hasta 4.0% en septiembre; también se hicieron modificaciones al Reglamento de Evaluación de activos y las Normas de adecuación Patrimonial para flexibilizar el crédito, y en adición se liberaron RD$19,697 millones del encaje legal para ser dirigidos en préstamos a los sectores productivos, construcción y mipymes. Gracias a ese conjunto de medidas la economía dominicana, en medio de una recesión global, experimentó un crecimiento de 3.5%, uno de los más altos de la región. En la medida que los recursos externos fluyeron, gracias al nuevo Stand-By con el FMI, y la recuperación económica mundial comenzó a estimular alzas petroleras y de los alimentos, las autoridades del BC desplazaron en 2010 y 2011 la política monetaria a un terreno más neutral y el overnight se elevó desde 4% a 6.75%.

En la actualidad la crisis de deuda en la UE y la revaluación del dólar, entre otros factores, han impulsado un descenso en los precios mundiales, colocando la  inflación interna por debajo de la meta del Programa Monetario, y para evitar una desaceleración económica, de nuevo el BC actuó de forma proactiva y redujo la pasada semana la tasa de política de 6.75% a 6% enviando una señal definida al sector financiero. Frente a un inevitable ajuste fiscal en los próximos meses, con la inauguración de un nuevo gobierno y la entrada en vigencia de algún tipo de acuerdo con el FMI, las autoridades sabrán adelantarse con una política monetaria más flexible; contando con muchos instrumentos como la tasa de política, reducción del encaje legal para ser canalizado a los sectores productivos, modificaciones de ciertos reglamentos y otras medidas dirigidas a que la economía aumente de acuerdo a lo previsto en el programa económico y siempre velando por el cumplimiento de las metas de inflación.

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