¿Hacia una sociedad más temerosa y vacilante?

¿Hacia una sociedad más temerosa y vacilante?

Una lamentable y particular cualidad  que se ha observado en nuestro país, especialmente entre las personas con mayor participación en el acontecer nacional, sean estos públicos o privados, políticos o de la llamada sociedad civil, es la tendencia a variar de criterios dependiendo de los escenarios donde participen. No importan los temas  de que se trate, las opiniones cambian según la cantidad o  la composición de los grupos. Se trata de una especie de trujillismo enraizado que impulsa a moldear las ideas dependiendo del momento o de la situación.

Pero esto no es de ahora solamente,  se ha venido desarrollando, pero en vez de disminuir se ha ido sofisticando y especializando a tal extremo que son capaces de confundir a locales como a extranjeros que en oportunidades tienen que participar en actividades con personas del cotidiano afanar oficial,  político, empresarial o social.

Un alto funcionario extranjero expresó  confusión a tal grado que declaró incompetencia en descifrar las personas con  que trataba, puesto que en varias ocasiones pudo comprobar que algunos les decían en un lugar una cosa que resultaba  totalmente diferente a lo que ellos mismos  les decían a solas o en otros lugares y además trataban de justificarlo. Esto es, que hay personas de la esfera oficial, política, empresarial y de muchas otras,  que cuando participan en reuniones o conversaciones con una posición, luego  cuando la  concurrencia varía, adoptan posiciones totalmente distintas, como si las condiciones hubiesen cambiado, o como si algo hubiese sucedido que produjera situaciones totalmente diferentes a las que prevalecían  tan solo unas horas o minutos antes.

Funcionarios que delante de otros compañeros sostienen  criterios que varían tan rápido como cambian de escritorios u oficinas. Políticos tendenciados por naturaleza o por conveniencia, que  cambian de posiciones y adhesiones con la rapidez con que pueden trasladarse a otro lugar. Empresarios que frente al gobierno lo apoyan, ensalzan y encomian sus ejecutorias y al cambiar a otras áreas más independientes o a los que se les supone una tendencia contraria lo critican.

Contratistas, sindicalistas, religiosos y personas ligadas a la comunicación cuyas conversaciones se acomodan exactamente al medio donde desarrollan su momentánea conversación. Representantes de diferentes organismos a los que se suponen independientes y con criterios sustentados en estudios y en posiciones de grupos, que igualmente se acomodan con la facilidad con que cambian los escenarios.

El problema que se podría derivar de esos cambios de posiciones acomodadas a los escenarios, no es otro que el peligro de ser empujados hacia una sociedad más temerosa, vacilante y permisiva.

A una sociedad donde casi nadie crea en los que de alguna manera participan en los escenarios públicos, porque todo dependerá si al momento de hablar se encontraban en un lugar o en otro. Si lo que decían  era lo correcto o en lo que realmente creían, o si se trataba simplemente de  expresiones igualmente acomodadas aunque no sentidas. Lamentable realidad que debe cambiar.

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