Haciendo el ridículo

Haciendo el ridículo

El jueguito, de tan conocido, aburre y cansa, sobre todo por el previsible desenlace. Los choferes, acostumbrados como están a hacer lo que les da la gana sin que ninguna autoridad se lo impida, se niegan a bajar los pasajes no obstante las sustanciales rebajas que han experimentado los precios de los combustibles, a lo que el Ministro de Industria y Comercio responde con la amenaza de que el Gobierno “revisará” el combustible subsidiado que les entrega, como quien cumple religiosamente con el pago de un chantaje, a sindicatos y federaciones de transportistas. Pero de amagar nunca pasa, y el jueguito vuelve a empezar. Por eso a nadie extraña que, en un nuevo desafío a la autoridad, choferes de carros públicos aumentaran cinco pesos al pasaje, dejando sin efecto la “rebaja” de noviembre pasado bajo el alegato de que están perdiendo dinero. El director de la OTTT, otro experto en amagar y no dar, ha declarado que coordinará acciones con Amet para obligar a esos choferes a cumplir con la rebaja del pasaje, pero en las presentes circunstancias eso habrá que verlo para poder creerlo. Y como para redondear el choteo en el que se ha convertido la relación de choferes y transportistas con las autoridades llamadas a regularlos, ahora resulta que sus principales dirigentes “desautorizan” esas alzas, por lo que sostienen que las rebajas acordadas con la OTTT son “irreversibles”. ¿Pero cuáles rebajas? ¿Irreversibles para quién? Es ya tan evidente que el principio de autoridad sale tan lesionado y disminuido cada vez que se trata de obligar a choferes y empresarios del transporte a cumplir la ley o respetar las disposiciones de los organismos que los regulan, que muchos ciudadanos nos sorprendemos de que los funcionarios del sector, y con ellos el propio gobierno al que representan, se presten con tanta facilidad y buena disposición a hacer el ridículo frente a sus gobernados.

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