Hagamos que el diálogo prospere

Hagamos que el diálogo prospere

La disposición al diálogo parece estar en alta en estos días. Al menos los protagonistas de dos ámbitos muy importantes han manifestado disposición de zanjar sus diferencias mediante la concertación. Por un lado están los actores del mercado eléctrico, con el sector empresarial privado y la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales como figuras centrales y que recientemente mantuvieron una acre polémica pública. Por el otro lado están el Colegio Médico Dominicano y el Gobierno, cuyas fricciones por demandas salariales son de larga data. Todos han dicho estar dispuestos al diálogo para lograr la solución satisfactoria de sus diferencias.

 Un buen punto de partida en todo diálogo surgido en medio de una confrontación, es iniciar las conversaciones a partir de los puntos en que las partes están de acuerdo. Este método crea avenencia y allana el camino para limar las diferencias en torno a los puntos de controversia. En el caso particular de los médicos, la condición de que para dialogar primero hay que reponer a los médicos y enfermeras cancelados por agredir al director de un hospital, antepone de principio un escollo para el inicio del diálogo. En virtud del buen ánimo que parece haber entre Gobierno, médicos y empresarios, proponemos que todos aporten formas de avenencia que disminuyan la posibilidad de controversia. Hagamos que prospere el diálogo.

Tragedia en las carreteras

La muerte de seis miembros de una misma familia que ocupaban una yipeta y mutilaciones sufridas por el conductor de un camión, como consecuencia de un choque en la carretera Nagua-Cabrera, se suma a sucesos trágicos anteriores como una especie de llamado a las autoridades para adoptar medidas preventivas en nuestras carreteras. De alguna manera hay que disuadir la temeridad, el exceso de velocidad y otros factores de riesgo que abundan en estas vías.

 Es necesario destinar personal y equipos para controlar la velocidad en carreteras y ser inflexibles en la sanción de quienes cometan violaciones a la ley de tránsito. Hay que atender  también la necesidad de ampliar aquellas carreteras primitivas que ya resultan estrechas para la densidad  de tráfico que circula por ellas. Se están perdiendo muchas vidas útiles en accidentes de tránsito que podrían ser evitados, si no por los conductores, al menos por la acción disuasiva de las autoridades.

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