Hago falta

Hago falta

“Hago falta… yo siento que la vida se agita nerviosa si no comparezco, si no estoy… Siento que hay un sitio para mí en la fila, que se ve ese vacío, que hay una respiración que falta, que defraudo una espera… Siento la tristeza o la ira inexpresada del compañero, el amor del que me aguarda lastimado… falta mi cara en la gráfica del Pueblo, mi voz en la consigna, en el canto, en la pasión de andar, mis piernas en la marcha, mis zapatos hollando el polvo… los ojos míos en la contemplación del mañana… mis manos en la bandera, en el martillo, en la guitarra, mi lengua en el idioma de todos, el gesto de mi cara en la honda preocupación de mis hermanos”, Alfredo Zitarroza, Guitarra Negra.

En los años 70 y en los 80 circuló el poema Guitarra Negra del cantautor y poeta uruguayo, ido a destiempo en 1989, Alfredo Zitarrosa. Yo lo recibí estando en el teatro juvenil del Club María Trinidad Sánchez cuando tenía 14 años.

Me impactó no sólo por la fuerza de su prosa sino por su apelación contra la indiferencia frente al sufrimiento humano, frente al problema ajeno y ante las injusticias que se cometen en la humanidad.

Hoy que sigo viendo y escuchando barbaridades de personas que se creen los dueños de la nacionalidad dominicana, que se atreven a propagar a los cuatro vientos que son los defensores de la nación, como si alguna entidad jurídica le hubiese  entregado un título, yo siento que hago falta.

Hoy que esta barbaridad quiere empujar al oscurantismo a miles de niños, haitianos y dominicanos, cerrándoles el camino de la educación para que mañana no se levanten en medio de las tinieblas del analfabetismo y se conviertan en un problema para la sociedad dominicana, en la era en que la delincuencia se apodera de nuestro cielo, yo siento que hago falta.

 He estado distraído por caminos pedregosos, he vivido sumergido en otros mundos, vagando por tierras extrañas y hablando otros idiomas.

Tal vez he estado evadiendo la vaina, sacando el cuerpo al tema, pero el tema me persigue en mi insoportable peregrinaje.

Siento que hago falta. Los niños morenitos que habitan en esta media isla me necesitan, porque los neonazis han vuelto a atacar con la daga cruel  de Hittler. Han retornado aplastantes como el milenario Dios Thor, de los nórdicos, con su implacable martillo. Debemos colocarnos en el pórtico de los heraldos para combatirlo.

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