Haití

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JONATHAN M. KATZ
MILOT, Haiti (AP).
Los guías de turismo aguardaban con sus caballos pequeños para transportar a los viajeros a la histórica Ciudadela Laferriere de Haití, una de las fortalezas en la cumbre de una de las montaña más impresionantes del mundo. 

El ministro de turismo aguardaba, propuestas en mano, una conferencia de donantes internacionales para convertir el empobrecido país en un imán para el turismo en el Caribe.   Pero las violentas protestas callejeras en abril por los  precios de los alimentos dejaron por lo menos siete muertos y cientos de heridos.

Las advertencias  a  viajeros se hicieron más apremiantes.   “Todo lo que sucede en Puerto Príncipe tiene un impacto inmediato en la imagen de Haití como destino de vacaciones”, dijo el ex ministro de turismo Patrick Delatour, quien perdió su cargo cuando el Senado destituyó al primer ministro Jacques Edouard Alexis por los motines desencadenados por los precios de los alimentos.   Los sueños de turismo parecen descabellados en un país donde los buques de crucero amarran en un balneario cercado y custodiado, y donde los secuestros de los extranjeros abundan.

Pero muchos haitianos ven el turismo como una salida a la crisis nacional.   Aparte de los 500.000 visitantes de los cruceros que hacieron una corta visita -hasta hace poco anunciada como Labadee, Hispaniola-, pocos se aventuran en Haití, incluso desde la vecina República Dominicana. 

Mientras tanto los dominicanos atraen más de 3.500 millones de dólares en ingresos por turismo, y millones de visitantes van a sus balnearios y canchas de golf, según la Organización Mundial de Turismo de las Naciones Unidas.

Jamaica dice recibir 2.000 millones de dólares anuales por turismo pese a sus elevadas tasas de delitos. Cuba percibe una cifra similar, aun con un embargo estadounidense. Pero el escaso turismo en Haití recibió menos del 5% de esa cifra en el 2005, según los datos más recientes de la ONU.   Delatour y otros creen que la clave radica en mantener a la gente al resguardo del rencor de la capital y traerla a la relativa tranquilidad del interior del país.

“Puerto Príncipe es un infierno”, se quejó el exportador de mangos Jean Buteau, y elogió los bien preservados fuertes haitianos y una de las mayores cuevas en la costa del sur cerca de la ciudad de Les Cayes. “Haití está afuera de Puerto Príncipe y me encanta. Todavía hay sitios por descubrir”.

No siempre fue así
El turismo era un pilar de la economía haitiana durante las dictaduras opresivas pero estables de Francois y Jean-Claude Duvalier. Cientos de miles de personas venían para disfrutar de las vistas tropicales y los ritmos del vudú.   Pero llegó la década del 80, la epidemia de sida y la inestabilidad política. Las playas inmaculadas se vaciaron. Hoteles históricos que habían frecuentado Mick Jagger y Jackie Onassis se deterioraron.

El caos continuó periódicamente hasta el derrocamiento del presidente Jean-Bertrand Aristide en una sangrienta rebelión en el 2004. Más de 140 de  ciudadanos estadounidenses han sido secuestrados desde el 2005, dice la embajada de Estados Unidos, aunque en su mayoría no eran turistas. El país ha registrado un secuestro por día en lo que va del año.   Justo antes de los incidentes por los precios de los alimentos en abril, daba la impresión de que Haití estuviera por recuperar algo de turismo. Con 9.000 efectivos de mantenimiento de la paz de la ONU patrullando el país, la Organización de Estados Americanos desembolsó 233.000 dólares el año pasado para entrenar personal de hoteles, restaurantes y compañías de turismo. 

Un legislador haitiano-estadounidense empezó a estudiar cómo países envueltos en conflictos, como Irlanda e Israel,  lograron promover el turismo.   Royal Caribbean anunció planes en febrero para una expansión de los muelles por 25 millones para recibir buques de mayor calado.  

Y Delatour trazó un plan de turismo de 270 millones de dólares, en gran medida enfocado a mejorar el acceso a la Citadelle, un fuerte con muros de cinco pisos de alto y un acopio de balas de cañón que escaló de joven Franklin D. Roosevelt e inspiró una canción de Harry Belafonte.   La historia haitiana y en particular La Citadelle inspiraron al  cubano Alejo Carpentier a escribir “El reino de este mundo”, en cuyo prólogo describe su visión de “lo real maravilloso”. La fortaleza más grande del hemisferio occidental fue construida al tope de una montaña de 915 metros (3.000 pies) en los años tumultuosos en que Haití rompió con Francia en 1804 tras una revuelta de esclavos. Se convirtió asó en un símbolo de triunfo para los descendientes de los esclavos en todo lugar.  

La visita al fuerte requiere trepar durante dos horas por caminos no pavimentados y por las calles sucias y atestadas de Cap Haitien. El ascenso final, un empinado sendero empedrado, se hace a pie o en caballos pequeños que avanzan golpeados a varazos por guías locales.   Pero la recompensa es una vista espectacular del valle circundante, varios pueblos y el mar, además de las caminatas por los terraplenes del fuerte, tan impresionante como El Morro en Puerto Rico.

LA CIFRA

100.0 Millones de dólares. Es lo que obtiene Haití por el turismo de crucero, comparado con los 2000 millones que reciben Jamaica y Cuba y los 3,500 millones que deja la industria a los dominicanos.

Algunas ideas
El plan de Delatour  incluye expandir el aeropuerto en la cercana Cap Haitien y construir carreteras locales desde la frontera dominicana para que los visitantes puedan evitar la capital.   Royal Caribbean ha manifestado interés. La fortaleza podría ser “uno de los sitios más importantes para ver en Haití, e incluso el Caribe”, dijo John Weis, el director de destinos privados de la línea de crucero. “He estado allí. Es increíble”. 

Esa posibilidad parece más remota ahora. También estallaron disturbios en pueblos tranquilos de la península del sur que las autoridades habían considerado para desarrollo del turismo, y bandidos y manifestantes saquearon una despensa de alimentos en Cap Haitien.

El país está en su segundo mes sin un primer ministro y con un gabinete de ministros despojados de su autoridad por el parlamento.   La conferencia de donantes, cancelada después que el primer ministro y el gabinete fueron destituidos, todavía no tiene nueva fecha.  

Aunque no hay garantías de que vaya a ser incluido en el nuevo gabinete, Delatour está dispuesto a seguir trabajando y confía en que Haití tenga un futuro en el turismo.   “Hemos estado fuera del mercado demasiado tiempo”, concluyó. Mientras, los haitianos esperan por los donantes que han prometido cooperación.

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