¿Haití?

¿Haití?

Las relaciones entre nuestro país y Haití han sido desafortunadas por centenas de años. Al nacimiento de la patria los independentistas haitianos nos invadieron y sojuzgaron por veintidós años. Esto les llevó pensar, por algún extravagante circunloquio, que la isla es una e indivisible y parece que así se enseña en sus escuelas, más extraño aun.

Algunos de nuestros políticos de aquella era temieron a Haití, al punto que a algunos de los gobernantes dominicanos los llevó a anexar la República a España. Transcurrieron muchos años durante los cuales las poblaciones de ambos países eran escasas y la región fronteriza entre ambas repúblicas fue un área olvidada por los gobernantes dominicanos. Una serie de caciques que controlaban diversas zonas del país se interesaban en sus asuntos, no en los del país. Con la ocupación de las dos repúblicas por los Estados Unidos de América, sospecho que el tránsito entre ambas naciones era libre en ambas direcciones. Así las cosas, cuando Trujillo ocupa el poder el gourde corría en San Juan de la Maguana, los robos de ganado y los asesinatos a dominicanos en la línea fronteriza eran frecuentes. En la República Dominicana vivían todos los haitianos que así lo deseaban, posiblemente como está sucediendo ahora. El rescate del territorio dominicano desembocó en el sangriento y desesperante “corte”, fruto de esa desgracia, intervinieron diplomáticamente los Estados Unidos de América ante la angustiosa situación que se mantuvo como una ominosa nube sobre la conciencia nacional. Se firmó un tratado en Washington, mediante el cual Haití recibió una compensación económica y cada república se comprometió cuidar que sus ciudadanos no emigraran ilegalmente a la vecina. Hasta donde sé, el tratado es letra muerta.

Lejos de vigilar y restringir la invasión ilegal de sus ciudadanos, apoyado por fundaciones que operaran en la República Dominicana, por un trío de países e intereses económicos locales, Haití toma medidas cuando la República ejerce sus más elementales derechos. Los chantajes de Haití parecen darle resultado, porque no tenemos plan A, ni B. La temeridad del vecino país ha ultrajado presidentes dominicanos, uno tan temerosos e irrefrenable como Trujillo, en una visita de cortesía a Puerto Príncipe. Asimismo, al presidente Fernández, a quien las masas enardecidas “corretearon” en su capital. Sin embargo, esa ofensa no fue obstáculo que fuera el primero en asistirlos luego del terremoto del 2010 o les regalara una universidad; el presidente Balaguer les pasó comida y medicinas cuando fue bloqueado por los estadounidenses. Por otra parte, dos días después del presidente Medina inaugurar invernaderos, sobreviene la prohibición de los huevos y los pollos, luego la de los plásticos, cierran la frontera al comercio, sin reparos a los daños económicos que causan a sus vecinos.

La situación es fluida, Inmigración hace lo que puede pero el problema es mucho mayor, el gobierno haría bien en preparar una respuesta y una política que preserve nuestra identidad e intereses, de lo contrario no saldremos de una noticia desagradable y calumniosa. La forma espléndida como se han comportado con Haití los gobiernos del PLD y en general los gobiernos dominicanos que siguieron a Trujillo, no ha sido óbice para evitar las incidencias. Si este gobierno lo lleva a cabo, sería un hito trascendental.

Nos ¿humilla Haití? Todos estos incidentes apuntan al gobierno dominicano que no ha hecho pública siquiera una protesta. Solo alguno de los sectores nacionales afectados lo han hecho. Responder la pregunta acuerda el dicho: “humilla quien puede, no quien quiere”, por tanto, o el gobierno y las clases dominantes  no controlan sus masas, o están detrás de esas acciones. Mientras tanto el gobierno de ese país y sus clases dominantes “cuidan su salud” prohibiendo huevos y pollos sanos, cuando comen galletas de tierra. Quienes deben sentirse humillados son los súbditos haitianos.

 

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