Haití…

Haití…

MANUEL CASTRO INOCENCIO
Recientemente la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y la Mesa Nacional de Migraciones realizaron un seminario sobre asilo, refugio y no devolución de refugiados.

Deseo referirme a dicha actividad basándome en el reportaje del mismo presentado en la edición de HOY del 11-Sept.04 con el título: «Ven doble moral con migraciones». Su autor, el periodista Germán Marte, presenta a los lectores un trabajo que, aunque muy resumido, es rico en información sobre los sectores antidominicanos.

Uno de los exponentes en el referido evento, el señor Eddy Tejeda, dijo que entre los dominicanos existe una doble moral con respecto al asunto de las migraciones como país donde se producen tanto la emigración como la inmigración.

Procederé ahora a responderle al señor Tejeda y a todos los que como él, conciente o inconcientemente, trabajan por la fusión de las dos repúblicas existentes en esta isla.

Los dominicanos nunca hemos pensado que son uno e indivisibles los territorios de la República Dominicana y el de los Estados Unidos o España, Francia, Italia, ni ningún otro país.

Cuando los dominicanos vamos a otro país, legal o ilegalmente, sabemos que aquel lugar es otra entidad, del mismo tipo que nuestra República Dominicana. Sabemos que estamos en otro país donde hay una nación con derecho a vivir y a vivir en su tierra. Que se entienda vivir en este caso no solamente respirar, trabajar, comer y reproducirse. También lo es tener un gobierno propio, una cultura y una historia que presentar con legítimo orgullo.

Los dominicanos nunca hemos albergado la idea de que, por ejemplo, debemos gobernar a los Estados Unidos. Ningún dominicano ha pensado jamás en luchar para que la bandera y el idioma de dicho país sean los mismos que nos identifican. Este juicio es válido para cualquier otro país del mundo, incluidos el país y nación haitianos.

Tampoco se le ha ocurrido a ningún dominicano la eliminación física de otra nación. Lamentablemente no podemos decir lo mismo de nuestros vecinos más cercanos.

Ningún dominicano ha buscado ni tenido el título y las funciones de emperador.

Las imputaciones hechas por mí en los párrafos anteriores imponen una presentación de pruebas.

Las pruebas sobre este tema son tan abundantes como contundentes. Citaré algunas.

La mayoría de los gobernantes haitianos han gobernado con carácter de vitalicios. Algunos de ellos, tenidos como los padres fundadores de la nación haitiana tienen un historial extenso en materia de asesinatos, torturas y violaciones sexuales.

Veamos lo que sobre Toussaint Louverture nos refiere el intelectual haitiano Alfred Viau, autor del libro «Negros, Mulatos, Blancos (o Sangre, nada más que Sangre). En la página 52 leemos: «Con relación a la desvergüenza de Toussaint, Madiou escribe lo siguiente: «Cuando una dama entraba en su despacho, colocaba osadamente sus manos sobre sus encantos y le preguntaba con una voz tierna y gangosa: «¿comulgó usted esta mañana?»

Summer Welles, en la página 37 de su obra «La Viña de Naboth» presenta un hecho protagonizado por Toussaint en el hoy parque Colón: «…al día siguiente hizo reunir a los habitantes de la ciudad en la plaza central, los hombres de un lado y las mujeres en un grupo aparte, donde, después de leer Toussaint una proclama de emancipación de los esclavos, procedió con algunos de sus compañeros a pasar revista de las mujeres allí reunidas, divirtiéndose el General en tocar con su bastón las más liberalmente favorecidas por la naturaleza, a las que dirigía piropos chabacanos, tan desagradables a las damas bien educadas. Y luego, al otro día un grupo de mujeres de la ciudad fueron enviadas al cuartel general de Toussaint en Boca Nigua».

En los libros de historia encontramos que este hombre luchó para que los esclavos haitianos se liberaran del dominio de las fuerzas imperialistas francesas, españolas e inglesas. Este proceso no estaba concebido para los mulatos, a los que Toussaint y tantos otros jefes políticos-militares odiaban y en más de una ocasión mataron por decenas de miles.

Sobre una de estas masacres nos habla el ya citado intelectual haitiano Alfred Viau (pág.32): «Más antes, y durante la guerra del Sur, Toussaint ordenó «Podar el árbol» sacrificando a los mulatos, y «el árbol fué cortado» y los mulatos fueron masacrados y sus cadáveres ardieron en la noche serena, los cuchillos se afilaron y los huesos de las victimas se amontonaron en el fondo de los mares, en el hueco de las montañas, y blanquearon los senderos sin fondo o se apilaron bajo los caimitos llamados con razón caimitos de Toussaint Louverture».

Con respecto a los planes de establecer un imperio negro en las Antillas, hay que señalar que tres gobernantes haitianos tenían el titulo de emperador y se comportaron como tales. estos son: Jean Jacques Dessalines (emperador Jacques I), Henry Christophe (emperador Henry I), Faustine Soulouque (Emperador Faustine I).

Summer Welles, en su obra (pág. 108), escribe sobre este aspecto:

«El Emperador Faustino I no sólo se proponía subyugar la parte dominicana de la Isla, sino pretendía extender la soberanía haitiana a las Antillas vecinas, donde sus espías estaban ya en actividad. Desde el mes de enero, se sabía que un haitiano nombrado «Jacinthe» había sido detenido por las autoridades de St. Thomas por haber intentado fomentar disturbios entre los negros. En la investigación que hizo la policía, se descubrió que le había enviado al Emperador de Haití un plano de la isla de St. Thomas, con información detallada acerca de la fuerza de la guarnición y él comentó (sic) de que sería fácil capturar la ciudad y apoderarse de la isla».

Retomando el tema de las masacres, tomemos este párrafo que nos presenta Summer Welles (Pág. 38): «Desde hacía algún tiempo Toussaint meditaba la matanza de los habitantes blancos de la colonia». Se refiere a la Parte Este de la isla.

Manuel Núñez, en su obra «El Ocaso de la Nación Dominicana» cita un reporte que hiciera al gobierno de Estados Unidos el militar David Dixon Porter, titulado «Diario de una misión secreta a Santo Domingo (1847). refiriéndose a una orden de matar mulatos en Haití, impartida por Christophe, el emperador Henry I, leemos que el emperador le preguntó a uno de sus oficiales, el general Riché, sobre la marcha de los acontecimientos. La respuesta que le dió Riché fué la siguiente: «Señor, he cumplido vuestras órdenes y para demostraros el profundo amor y devoción que tengo por vos, yo con mis mismas manos he dado muerte a mi esposa y a todos mis hijos, que eran mulatos».

En la obra ya citada, en la página 431, Dixon Porter es citado con respecto a un plan de exterminio en el lado nuestro de la isla: «Una vez que fracasó una trama para matar a todos los dominicanos en una noche, atravesó con su espada a su perro favorito. Si no puedo tener sangre humana, dijo (Rihcé) derramaré la de lo que más amo».

El diario el Nacional del 6-Dic-02, Pág. 4, publica un artículo del periodista Leo Reyes titulado «Ven peligro para Haití destapar la lucha racial». El periodista Reyes, conocedor de la historia de dicho pueblo, se preocupó por ciertos discursos anti-mulatos y anti-blancos del entonces presidente Aristide. En una parte de lo escrito por Reyes leemos: «Poseído de una deformante concepción de la negritud, el último presidente haitiano en alentar esa división racial fué Francoís Duvalier lo que le costó a Haití el «Degüello de los mulatos» de Jeremie, una abominable masacre narrada en forma espeluznante por Albert Chasagne, cuya familia fue víctima de la misma junto a la familia Sansariq, en su obra «Baño de Sangre».

Lo aquí escrito sirve para ayudar en la demostración de que los dominicanos estamos ante un gran peligro. Tenemos que enfrentar a muchas instituciones como FLACSO, que tiene un directivo, el señor Eddy Tejeda para el cual «la patria es el lugar donde usted vive, donde tiene su domicilio.

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